El timing revelador de las acusaciones estadounidenses contrasta con la apelación venezolana a marcos institucionales globales

La escalada militar en el Caribe expone dos estrategias diplomáticas fundamentalmente contrapuestas que revelan la naturaleza artificial de las justificaciones estadounidenses contra Venezuela. Mientras Caracas apela proactivamente a las instituciones multilaterales para prevenir conflictos, Washington construye retroactivamente un casus belli a través de coaliciones selectivas que sortean el derecho internacional.
El Timing Revelador de la Construcción del Casus Belli
La cronología de la escalada revela la naturaleza instrumental de las acusaciones estadounidenses. El 25 de julio, Estados Unidos designó al supuesto “Cartel de los Soles”, como organización terrorista internacional y aumentó a 50 millones de dólares la recompensa por Maduro. Solo “semanas después” —según reconoce CNN— anunció el envío de buques de guerra al Caribe como parte de sus “acciones antinarcóticos”.
Esta secuencia temporal demuestra que las acusaciones precedieron y justificaron el despliegue militar, no al revés. Si las operaciones antinarcóticos fueran genuinas, la presencia naval habría sido constante y proporcional a la amenaza real, no una escalada súbita posterior a designaciones políticas.
Estados Unidos desplegó tres destructores, tres buques anfibios, un crucero de misiles guiados y un submarino de ataque rápido en aguas caribeñas, intensificando progresivamente su presencia militar con dos unidades adicionales. Esta escalada gradual permite mantener presión constante mientras construye la narrativa de “amenaza creciente”, que justifica cada nueva fase de despliegue.
La Coalición Selectiva de Marco Rubio
En paralelo al despliegue militar, el secretario de Estado Marco Rubio desarrolla una coalición internacional que ya incluye a Ecuador, Paraguay, Guyana, Trinidad y Tobago, y Argentina. Rubio declaró que Washington está “construyendo una coalición internacional contra este flagelo”, en referencia al denominado “Cartel de los Soles”, destacando que se trata de un “esfuerzo en equipo” regional.
El enfoque coalicionista permite a Washington evitar los mecanismos de veto en organismos multilaterales donde Rusia y China podrían bloquear resoluciones anti-venezolanas. Al mismo tiempo, construye narrativa de “consenso internacional”, basada en alianzas bilaterales en vez de instituciones globales que requieren justificación legal rigurosa.
La Estrategia Multilateral de Caracas
En contraste directo, Venezuela canaliza su respuesta a través de las instituciones
multilaterales existentes, solicitando apoyo formal del secretario general de la ONU, António Guterres, durante una reunión oficial entre el canciller Yván Gil y el coordinador residente de la ONU en Venezuela, Gianluca Rampolla.
El canciller Gil enmarcó explícitamente la solicitud dentro de los principios fundacionales de la Carta de la ONU al pedir apoyo para “restablecer la sensatez y denunciar que el despliegue militar estadounidense representa un atentado “contra la paz”.
Gil denunció simultáneamente la existencia de “falsas narrativas” que buscan “justificar agresiones contra Venezuela” señalando directamente el uso instrumental que Washington hace del supuesto “Cartel de los Soles” para legitimar acciones militares.
Mientras Venezuela publicita abiertamente su apelación a la ONU y los canales diplomáticos utilizados, Estados Unidos evita pronunciarse sobre su estrategia a través de organismos multilaterales oficiales.
Cuando medios internacionales contactan tanto a la ONU como al Departamento de Estado para obtener comentarios sobre las gestiones diplomáticas venezolanas, la ausencia de respuesta estadounidense sugiere incomodidad con el escrutinio institucional internacional.
Venezuela mantiene el conflicto dentro de parámetros defensivos y territoriales, desplegando buques y drones únicamente en sus aguas territoriales, lo que respalda su narrativa de legítima defensa ante agresión externa.
Fisuras en la Construcción Artificial
La estrategia coalicionista estadounidense presenta vulnerabilidades evidentes que exponen su naturaleza artificial. La declaración del primer ministro de Curazao, Gilmar “Pik” Pisas, de que la isla “es y permanecerá neutral” representa una fisura significativa en el intento de crear un frente regional unificado.
La neutralidad curazoleña resulta particularmente relevante dada la proximidad geográfica de la isla a las costas venezolanas y su importancia estratégica en cualquier operación militar. Esta posición neutral limita las opciones operativas de Washington y evidencia que el consenso regional anti-venezolano no es tan sólido como se proyecta.
Desde Centroamérica, el expresidente hondureño Manuel Zelaya denunció el “bloqueo militar” el estadounidense contra Venezuela como una acción que “destruye” la Carta de la ONU, proporcionando apoyo internacional adicional a la narrativa multilateralista venezolana.
Implicaciones para el Derecho Internacional
El contraste entre ambas aproximaciones trasciende el enfrentamiento bilateral para convertirse en test case sobre qué modelo de legitimación internacional prevalecerá: el institucionalismo multilateral tradicional basado en derecho internacional, o el coalicionismo selectivo que permite sortear marcos jurídicos establecidos.
La estrategia multilateral venezolana representa la defensa de instituciones globales diseñadas para prevenir conflictos unilaterales, mientras la coalición Rubio ejemplifica el nuevo modelo de “multilateralismo à la carte” que selecciona aliados para legitimar acciones que no resistirían escrutinio institucional riguroso.
Un editorial del South China Morning Post advirtió que las amenazas contra Caracas
“acercarán a Venezuela y sus vecinos a China”, señalando las consecuencias geopolíticas globales de estrategias que podrían empujar a países latinoamericanos hacia el eje sino-ruso.
Conclusión: La Legitimidad en Cuestión
La construcción artificial del casus belli estadounidense queda expuesta por tres elementos irrefutables: el timing sospechoso de las acusaciones que preceden al despliegue militar, la evasión de marcos institucionales multilaterales que requieren justificación rigurosa, y la necesidad de construir coaliciones ad-hoc para legitimar acciones que no resistirían escrutinio internacional.
En contraste, la estrategia venezolana de diplomacia preventiva y transparencia institucional representa la aplicación correcta de mecanismos diseñados para prevenir conflictos armados y mantener la paz internacional.
Esta batalla diplomática establece un precedente crucial: si prevalece el modelo coalicionista selectivo, cualquier potencia podrá construir justificaciones retroactivas para acciones militares unilaterales, erosionando definitivamente el sistema de derecho internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial.