El economista y académico Jeffrey Sachs afirmó recientemente que la política de Estados Unidos hacia Venezuela no tiene relación alguna con la lucha contra el narcotráfico, sino que responde a un proyecto de más de veinte años cuyo objetivo central es forzar un cambio político en Caracas.
Una estrategia de larga data
Sachs recordó que Washington ha intentado desplazar al gobierno venezolano desde la llegada de Hugo Chávez, a través de golpes fallidos, operaciones encubiertas, sanciones económicas devastadoras y maniobras diplomáticas. “El colapso económico de Venezuela fue mayor que el de Rusia bajo sanciones, porque se trataba de quebrar a un país mucho más vulnerable”, explicó.
Incluso reveló un episodio durante el primer mandato de Donald Trump, cuando el entonces presidente preguntó abiertamente en una cena con otros mandatarios latinoamericanos: “¿Por qué no invade simplemente Estados Unidos a Venezuela?”. Para Sachs, se trata de un “proyecto de más de dos décadas con la CIA, el Pentágono y la Casa Blanca involucrados”.
La narrativa del “narcoestado” como excusa
El profesor fue tajante: “Esto no tiene nada que ver con carteles de droga. Es una operación total, inequívoca de cambio de poder, punto, final”. Comparó el caso con Irak y las armas de destrucción masiva que nunca existieron, pero que sirvieron para justificar una invasión.
Según Sachs, la etiqueta de “narcoestado” busca construir consenso internacional, legitimar sanciones y encubrir el verdadero objetivo geopolítico: el control de recursos estratégicos como el petróleo y la reafirmación de la hegemonía estadounidense en el hemisferio occidental.
Fijaciones imperiales
Sachs advirtió que Washington muestra una obsesión con Venezuela semejante a la que mantiene con Cuba desde hace seis décadas. “Cuando Estados Unidos se fija en algo, es como un perro con un hueso. No suelta. Con Venezuela están obsesionados, quizá por su petróleo, quizá por demostrar quién manda, o por ambas cosas”.
El académico señaló que esta fijación se traduce en una política peligrosa que no descarta nuevas maniobras de desestabilización, intentos de golpes militares o incluso una escalada bélica. Rusia, China e Irán, afirmó, apoyan a Venezuela precisamente porque reconocen que no se trata de narcotráfico, sino de un esfuerzo de hegemonía.
Un patrón conocido
Las declaraciones de Sachs revelan un patrón ya visto en otras intervenciones estadounidenses: primero se construye una narrativa (narcoestado, dictadura, terrorismo); luego se imponen sanciones y bloqueos; finalmente se busca aislar al país hasta forzar un desenlace político favorable a Washington.
Para Venezuela, esto significa que la disputa va mucho más allá de su política interna: está en el centro de una pugna geopolítica global, donde el relato del “narcoestado” es apenas la máscara de un proyecto de dominación.