En medio de la tensión militar en el Caribe y de la creciente y falsa narrativa de Washington contra Venezuela, el presidente Nicolás Maduro envió una carta a Donald Trump. Más que un gesto protocolar, se trata de un documento cargado de simbolismo político y diplomático. La misiva no solo responde a acusaciones infundadas, sino que busca abrir un espacio de entendimiento en defensa de la paz y la soberanía.
¿Por qué la carta?
La carta surge en un momento de máxima tensión: despliegues militares estadounidenses en el Caribe, acusaciones de narcotráfico contra Venezuela y un escenario mediático cargado de hostilidad. Ante esta coyuntura, Maduro responde con un recurso diplomático clásico y contundente: la palabra escrita.
El mensaje busca bajar la temperatura y exponer ante la opinión pública internacional la posición oficial de Venezuela: rechazo categórico a la narrativa del “narcoestado” y disposición al diálogo directo.

¿Qué puede leerse entre líneas?
Más allá del tono cordial, el texto encierra un mensaje estratégico: Venezuela no se presenta como víctima, sino como actor soberano que interpela de igual a igual a la potencia más influyente del mundo.
Entre líneas también se evidencia un esfuerzo por reposicionar a Caracas como defensor del multilateralismo y la paz continental, desmontando la imagen que intentan imponer los grandes medios de comunicación alineados con Washington.
Ideas centrales
Diálogo como herramienta política: Maduro propone retomar canales diplomáticos ya explorados en el pasado.
Rechazo a las fake news: Desmiente con datos de la ONU y organismos internacionales las acusaciones de narcotráfico.
Bolivarianismo como horizonte: Reafirma la paz, la soberanía y el legado de independencia de la región.
Responsabilidad compartida: advierte que un conflicto bélico no solo dañaría a Venezuela, sino que tendría consecuencias para todo el continente.
Impacto internacional
La publicación íntegra de la carta tuvo eco más allá de Venezuela. Al hacer pública la misiva, Caracas busca dejar claro a gobiernos, organismos internacionales y opinión pública global que la narrativa de Washington no es incuestionable.
El impacto internacional se mide en dos planos:
Diplomático: Venezuela aparece como país dispuesto al diálogo incluso en el momento más difícil.
Comunicacional: Se desmonta la acusación de narcotráfico y se proyecta una imagen de responsabilidad y búsqueda de paz.
Objetivos de la carta
Exponer la falsedad de la narrativa del “narcoestado”.
Reforzar la legitimidad internacional de Venezuela como Estado soberano.
Tender un puente de diálogo directo con la Casa Blanca.
Posicionar a Caracas como garante de paz y estabilidad en la región.
Desactivar intentos de justificar una intervención militar extranjera.
Conclusión
La carta de Nicolás Maduro trasciende lo epistolar: es un movimiento político y diplomático de gran alcance. Al responder con datos, serenidad y un llamado al diálogo, Venezuela reafirma su voluntad de paz, evidencia la fragilidad del relato estadounidense y fortalece su posición en el tablero internacional.