Es defensa, no es “militarización”

Es natural y conveniente que los organismos de derechos humanos vigilen y denuncien excesos o distorsiones en el esfuerzo que se hace de defensa nacional.

Desde hace siete semanas, Estados Unidos mantiene un despliegue militar que amenaza a Venezuela con un ataque. En respuesta, Venezuela ha tomado medidas para organizar su defensa. En este punto hay que resaltar que no es lo mismo prepararse para resistir una invasión que prepararse para invadir otro país. Esa distinción básica parece perderse en medio de la polarización política venezolana.

En este contexto, algunos medios y dirigentes políticos llaman “militarización” a lo que hace Venezuela. Es un término muy fuerte, cargado de connotaciones negativas, que en este caso va mucho más allá de una simple imprecisión.

DERECHOS HUMANOS

Es natural y conveniente que los organismos de derechos humanos vigilen y denuncien excesos o distorsiones en el esfuerzo que se hace de defensa nacional. Esa es su función y contribución valiosa con la sociedad. Pero esa labor no puede convertirse en excusa para frenar las medidas defensivas que Venezuela necesita tomar para garantizar su supervivencia como Estado independiente.

La protección de la soberanía y la integridad territorial es un derecho fundamental reconocido por el derecho internacional, y la imprescindible vigilancia de los derechos humanos no debe transformarse en un instrumento de presión para dejar al país indefenso.

AMENAZA CONCRETA

Hoy el país enfrenta una amenaza concreta. En el Caribe se han desplegado buques destructores, aviones furtivos sobrevuelan de manera constante la frontera aérea y drones han atacado embarcaciones que han provocado la muerte de civiles. A esto se suman declaraciones de alto nivel, incluido Donald Trump, que hablan abiertamente de operaciones dentro del territorio venezolano bajo el pretexto de combatir el narcotráfico.

LA DEFENSA

Venezuela ha hecho lo que cualquier país haría, nada más. Se han emprendido acciones diplomáticas y se ha reforzado la defensa: ejercicios militares costeros, entrenamiento de milicias, activación de sistemas de alerta y movilización de reservas. No hay misiles de crucero de largo alcance, ni planes ofensivos. Todo está orientado al objetivo de proteger el territorio nacional. Y, sin embargo, algunos insisten en llamar a lo que se hace “militarización”. Además, la respuesta de Venezuela no es agresiva, sino que apunta a la disuasión: busca desalentar a los propios seguidores de Donald Trump, muchos de ellos contrarios a empantanarse en una nueva intervención militar en el extranjero.

LA HISTORIA

Cuando Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial, organizó la defensa aérea, construyó refugios y movilizó a millones de civiles voluntarios en el Home Guard, nadie lo presentó como una deriva militarista, sino como la reacción lógica ante el peligro exterior.

Y cuando Vietnam, en los años sesenta, organizó milicias campesinas, construyó túneles y movilizó a toda su población para resistir los bombardeos y la invasión de Estados Unidos, se le reconoció como un pueblo que defendía su soberanía. ¿Por qué entonces, cuando Venezuela intenta hacer lo mismo, se le acusa de militarización?

MILITARIZACIÓN

La militarización de una sociedad, cuando ocurre en ausencia de una amenaza externa real, es un fenómeno distinto. En tiempos de paz, sin un peligro inminente, responde a otra lógica: los valores castrenses, como disciplina, orden, verticalidad, comienzan a extenderse a la vida civil y a impregnar las instituciones, relaciones sociales y prácticas cotidianas. Con el paso del tiempo, la sociedad termina reorganizándose con una dinámica militar, aun sin estar en una situación de conflicto.

DERECHO INTERNACIONAL

El derecho internacional es claro: el Artículo 51 de la Carta de la ONU reconoce el derecho de todo Estado a defenderse ante una agresión armada o una amenaza inminente. Venezuela ha actuado dentro de ese marco. Ha llevado sus denuncias a la ONU, las ha expuesto en la Asamblea General y ha entregado documentos de respaldo.

Venezuela incluso envió una carta a Donald Trump para explorar la reanudación de conversaciones. Ha propuesto acuerdos de cooperación en la lucha contra el narcotráfico y mantiene vigente un convenio sobre deportaciones y repatriación de ciudadanos.

DATOS

Cuando se habla de militarización, hay un hecho que se pasa por alto: el presupuesto militar de Venezuela está muy por debajo del de otros países de la región. Su sistema aéreo y naval tiene un carácter estrictamente defensivo. Las milicias son voluntarias y el mensaje se enmarca en la defensa de la soberanía, no en la búsqueda de dominio ni en la exportación de revoluciones armadas.

PRINCIPIO BÁSICO

Claro, se pueden criticar las políticas internas del Gobierno. Se puede cuestionar la gestión, las decisiones o el funcionamiento institucional. Pero nada de eso anula la obligación de defender el territorio nacional. La soberanía no es una concesión que dependa de la valoración que se haga de un determinado gobierno. Es un principio básico inherente a todos los Estados. Negarlo, sería aceptar que solo algunos países tienen derecho a existir con independencia plena.

LA CONFUSIÓN

En un mundo donde las grandes potencias despliegan flotas sin pedir permiso, resulta hipócrita exigir a un país como Venezuela que se quede quieto mientras ponen en jaque su seguridad.
Al movilizar su ejército y sus milicias, Venezuela no está armando una ofensiva. Está cuidando sus fronteras. Llamar a eso “militarización” no solo confunde los términos, sino que se crea la idea de que algunos países tienen derecho a defenderse… y otros, no.

EL UNIVERSAL

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