Desinformación y manipulación narrativa: desmintiendo la autorización del Senado de EE.UU. para atacar Venezuela

Hinterlaces – En redes sociales se difundió la versión de que el Senado de Estados Unidos “avaló la mano dura de Trump contra Nicolás Maduro” tras rechazar una resolución que buscaba limitar sus poderes militares. Aunque el hecho base —la votación 51-49 en el Senado— es real, la forma en que se presenta distorsiona el contexto y alimenta una narrativa de inminencia bélica propia de estrategias de desinformación de Quinta Generación.

El hecho verificable

El 6 de noviembre de 2025, el Senado estadounidense rechazó por un margen de 51 a 49 votos una resolución que buscaba impedir que el presidente Donald Trump ordenara ataques militares en Venezuela sin aprobación previa del Congreso.

Solo dos senadores republicanos, Rand Paul y Lisa Murkowski, se unieron a los demócratas en favor de la moción.

La medida estaba vinculada a las operaciones militares de EE.UU. en el Caribe contra presuntas embarcaciones de narcotráfico y al temor de una escalada hacia una confrontación directa con Venezuela.

El matiz político y jurídico

El rechazo de la resolución no implica una aprobación del Senado para iniciar una guerra u “ofensiva militar”. En realidad, mantiene la interpretación tradicional de los poderes ejecutivos del presidente bajo la War Powers Resolution de 1973.

Es decir: Trump no recibió un mandato para atacar Venezuela; simplemente el Senado decidió no limitar su autoridad presidencial existente.

Varios senadores republicanos aclararon que su voto no debía interpretarse como apoyo a una acción militar directa, y la propia administración Trump informó al Congreso que “actualmente no existe justificación legal para un ataque terrestre en Venezuela”.

Desinformación y guerra cognitiva

La difusión de esta versión combina datos reales con encuadres emocionales —como “triunfo” o “mano dura”— y recursos visuales que refuerzan la sensación de inminencia y confrontación.

Este tipo de tratamiento es característico de las operaciones de guerra de Quinta Generación, que no buscan informar sino moldear percepciones y predisponer a la opinión pública mediante la exageración y el dramatismo narrativo.

El propósito es claro: instalar la idea de una ofensiva aprobada, legitimar la acción militar y desplazar el debate sobre la legalidad y los límites institucionales del poder presidencial estadounidense.

Conclusión

El evento legislativo fue real, pero su interpretación fue manipulada. No hubo una “autorización del Senado” ni una “declaración de guerra”, sino una disputa interna sobre prerrogativas ejecutivas.

La viralización de titulares y videos con encuadres sensacionalistas responde a una estrategia más amplia: la desinformación como instrumento de presión y control narrativo en la geopolítica hemisférica.

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