El reciente discurso de Donald Trump ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) dejó en evidencia la estructura y prioridades de su narrativa política. Un análisis de las 424 frases pronunciadas muestra que el presidente estadounidense dedicó casi la mitad de su intervención a hablar de sí mismo y de los logros de su administración, mientras que los grandes temas globales quedaron relegados a un segundo plano.
Autorreferencias dominan la agenda
El 44.6% del discurso estuvo centrado en autorreferencias y logros propios. Trump utilizó la tribuna multilateral no tanto para presentar una visión de futuro global, sino para insistir en su estilo de liderazgo y en lo que considera sus “éxitos históricos”. Esta sobrerrepresentación confirma la tendencia de Trump a convertir escenarios internacionales en plataformas de autopromoción.
Migración y política exterior como banderas
Tras las autorreferencias, dos temas dominaron el resto del discurso:
- Migración e inmigración ilegal (14.6%), con un tono de amenaza y confrontación, donde describió los flujos migratorios como una “invasión”.
- Política exterior y conflictos (17.9%), centrada en operaciones militares, guerras pasadas y negociaciones en curso.
Ambos temas funcionaron como banderas identitarias que refuerzan su base electoral y marcan distancia con el multilateralismo que él mismo criticó.
Críticas al multilateralismo y temas globales en segundo plano
Un 10% del discurso estuvo dirigido a cuestionar la ONU y el sistema multilateral, al que calificó de ineficaz. Además, dedicó un espacio reducido a cambio climático (4.5%), con un tono de escepticismo, y a economía y asuntos internos de EE.UU. (6.4%), priorizando cifras favorables a su gestión.
Este desequilibrio muestra que las problemáticas globales, como el calentamiento global o la gobernanza multilateral, carecen de peso en la narrativa trumpista, donde lo doméstico y lo personal absorben la mayor parte del tiempo.
Venezuela y América Latina en la retórica trumpista
Un dato revelador es que Venezuela apenas representó un 3% de las frases del discurso. La mención a nuestro país no obedeció a una agenda de cooperación o diálogo, sino a reforzar la narrativa de “Estados rebeldes” frente a Washington. América Latina en general quedó invisibilizada, lo que sugiere que Trump utiliza a Venezuela más como recurso discursivo que como prioridad real en su política exterior.
Conclusiones: un discurso para consumo interno
Más que un mensaje para el mundo, el discurso de Trump en la ONU 2025 se parece a un mitin electoral globalizado:
- Predominio del yo: casi la mitad del tiempo dedicado a sí mismo.
- Tono confrontacional: migración, conflictos militares y críticas a la ONU como ejes centrales.
- Ausencia de visión global: cambio climático, multilateralismo y América Latina en un papel marginal.
Este patrón refuerza la percepción de que la política exterior trumpista no busca articular consensos internacionales, sino afianzar un relato nacionalista y personalista, incluso en el escenario más multilateral del planeta.