La narrativa de un planeta dominado por un único centro de poder se resquebraja a pasos acelerados. Las sanciones masivas contra Rusia no lograron aislarla; por el contrario, aceleraron la búsqueda de mecanismos alternativos de comercio, finanzas y seguridad. El crecimiento del BRICS+ y de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) confirma que el mundo se orienta hacia una multipolaridad efectiva, en la que Estados Unidos ya no dicta las reglas, sino que enfrenta resistencias cada vez más sólidas de Asia, África y América Latina.
El liderazgo propositivo de Xi Jinping
En este escenario de transición, China no se limita a cuestionar el orden existente: propone uno nuevo. Durante la última cumbre de la OCS, Xi Jinping planteó un sistema de gobernanza internacional más equitativo y representativo, con instituciones financieras propias, un banco de desarrollo robusto y líneas de crédito por miles de millones de dólares para países emergentes. Estas iniciativas consolidan la visión de un sur global que no depende del dólar ni de los organismos tradicionales dominados por Occidente, y que impulsa la cooperación en lugar de la subordinación.
EE.UU. un socio poco confiable
Mientras tanto, Estados Unidos profundiza su deterioro como actor creíble en la arena internacional. Sus guerras comerciales con China, los aranceles impuestos de manera unilateral y la constante militarización de sus alianzas han minado la confianza incluso entre sus propios socios. Washington exige disciplina, pero incumple acuerdos; reclama apertura de mercados, pero levanta barreras cuando se siente amenazado. Esta inconsistencia ha alimentado la percepción global de que EE.UU. es un socio impredecible e inestable, incapaz de liderar el nuevo ciclo histórico.
Conclusión
La convergencia entre el declive de la hegemonía estadounidense y el ascenso del liderazgo chino en la OCS marca un cambio de época. No se trata solo de la emergencia de nuevos polos de poder, sino de un viraje estructural hacia un orden multipolar y cooperativo, donde las reglas ya no son dictadas por un solo actor, sino negociadas entre múltiples naciones. En ese tablero, el futuro se decide en Asia y en el sur global, mientras el unipolarismo de Washington se desvanece en la historia.