Desde diversas posiciones, son numerosos quienes aspiran a una evolución positiva de la situación venezolana, pero no es un asunto sencillo porque están envueltas a la vez dos situaciones conflictivas, que se entremezclan y amalgaman. Una dimensión es interna y otra externa.
En la dimensión externa está comprometido el interés de Estados Unidos, una de las grandes potencias mundiales, en reinsertar a Venezuela en su órbita geopolítica. En relación a esto hay que observar que la principal estructura del Estado venezolano que se ha separado de Washington es la fuerza militar, mientras que, en lo comercial y económico, hasta hace poco era mínimo el distanciamiento. Pero en geopolítica, lo militar es clave.
MILITARES
Con el fin de alcanzar el objetivo trazado, la administración Trump ha tomado una decisión férrea, que ha conducido al grado de tensión que se vive en la actualidad. No han hecho poco, sino mucho, tal como lo ha señalado el senador Marco Rubio. No se ha recurrido a una intervención militar directa, pero se ha utilizado el otro instrumento, el del bloqueo financiero y petrolero, es decir, las sanciones, que se ejecutan y cumplen a diario.
Con la utilización de este método, Washington considera que llegará el momento en que “no aguantarán más”. Por supuesto, se sabe que las sanciones no afectan materialmente a las élites políticas, de uno u otro lado, por lo que se presiona a la población empeorando sus condiciones de vida para generar una insurgencia. En esta óptica, se espera que sean militares venezolanos los que hagan la tarea, y no directamente tropas extranjeras. El asunto no ha resultado, pero no por ello se abandona la estrategia.
CONSENSO
Simultáneamente, estamos en presencia de un conflicto interno, que envuelve a las élites y a los distintos sectores de la sociedad venezolana. No hay consenso sobre un modelo económico y existe una pugna por el poder político. El ideal de emancipación social y de distribución de la riqueza tiene un amplio respaldo, pero ni un esquema liberal extremo ni un estatismo generalizado o el de una economía de comunas son consensuales. Sin embargo, es viable un acuerdo realista, dentro de los límites de una economía mixta.
La pugna política pudiera evolucionar sobre la base de un entendimiento en el que se comparta la estructura del poder por acuerdo, se garantice la alternancia, se mantenga el sufragio universal como pilar institucional y se amplíe la democracia y su funcionamiento.
No es sencillo, claro está. Pero factible. No obstante, la superposición del conflicto externo sobre el interno es una dificultad, sobre todo porque una parte importante de la oposición es partidaria de la incorporación de Venezuela al dispositivo geopolítico de EEUU, lo que tranca el juego. Es en ese punto en el que se cruzan de manera fatal las dos dimensiones del conflicto.
Leopoldo Puchi / Cortesía El Universal