Por primera vez en poco más de dos décadas, un representante del Gobierno nacional acude a la Asamblea Anual de Fedecámaras. La presencia de la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, y las declaraciones de Jorge Roig y Ricardo Cusanno luego del evento, parecen poner fin la ruptura de relaciones alcanzada tras la participación de la cámara empresarial en el golpe de Estado de 2002.
Los empresarios parecen haber haber cambiado la bitácora; en el norte ya no están las motivaciones políticas sino la producción, lo que ha sido un clamor de los venezolanos en años. Además, fueron claros al destacar el daño que ha generado en la industria nacional el bloqueo impuesto por Estados Unidos contra el país. Por su parte, no solo la vicepresidenta, sino también el presidente Nicolás Maduro han ofrecido discursos de apertura para trabajar en conjunto con el sector empresarial.
Sectores radicales reaccionaron de inmediato en las redes sociales. Dirigentes de extrema oposición, fustigaron a los voceros de Fedecámaras. El ex presidente de la institución, Jorge Roig respondió con una sentencia en su cuenta de la red social Twitter: “Estaba listo para escribir un largo hilo justificando la presencia de Delcy Rodríguez en Fedecámaras. Pero no creo vaya a convencer a los radicales y los convencidos no necesitan explicación. Solo diré que lo de ayer no hubiese sucedido si la oposición no hubiera fracasado”.
En este contexto, Hinterlaces.net entrevistó al analista Andrés Pierantoni, para quien este encuentro debe ser entendido como un mensaje de unidad, en sentido pragmático, «unir esfuerzos – sector público y privado – para superar la crisis y, con ella, un modelo rentista agotado», especificó.
Agregó que además se envía al país una señal de respeto, «tomando en cuenta el hecho que nuestro sector privado, tradicionalmente generador de empleo pero, al mismo tiempo, consumidor de renta, está pasando a ser también generador neto de renta vía impuestos e indirectamente, vía empleo (por ejemplo, a través del IVA que paga el personal empleado)».
El experto consideró que este proceso de acercamiento se ha venido generando progresivamente. Citó las sesiones del Consejo Nacional de Economía Productiva (CNEP) realizadas en 2016, en la que se debatieron propuestas de los diferentes sectores.
Destacó que hay una coyuntura favorable en este momento, pues además de permitir las transacciones en dólares y no aplicar controles de precios, «el gobierno decreta exoneraciones (de Impuestos de Importación, de Impuesto al Valor Agregado y de Tasa por Determinación del Régimen Aduanero) a una gran cantidad de rubros, aprueba una ley antibloqueo para – entre otras cosas – privatizar empresas estatales deficitarias o establecer alianzas con el sector privado con miras a su recuperación, e impulsa la inversión privada con la ley de Zonas Económicas Especiales (por cierto, una reiterada solicitud de los empresarios en las sesiones del mencionado CNEP).
Al consultarle sobre qué quiere el empresariado venezolano en este momento respondió, «Taima es lo que quiere y reglas de juego claras y estables para poder alcanzar en 3-4 años, vale decir en tiempo récord y a marchas forzadas, lo que no supo o pudo alcanzar a lo largo de muchas décadas: no ser mero ensamblador de CKD’s importados o agricultor de puertos, no depender de un PVP decretado pero tampoco de una protección excesiva».
Refirió que, en las actuales circunstancias, una repentina mejoría en el mercado interno (producto de la afluencia de créditos multilaterales, por ejemplo) paradójicamente terminaría relegando a un segundo plano nuestro débil aparato productivo. «Por eso hablo de taima”.
Por otro lado, indicó que el gobierno y el sector privado (sindicatos incluidos) tienen una asignatura pendiente, «me refiero al paulatino regreso no sólo a los precios justos, sino también a los salarios justos. La mejor contribución, en tal sentido, será la paulatina sinceración de empleos y salarios del sector público, de manera de beneficiar también a los trabajadores del sector privado, al eliminar un factor que ejerce una presión bajista sobre sus salarios. Lo anterior beneficiaría también a las empresas, al incrementar la demanda agregada», dijo.
El golpe ¿Queda atrás?
En 2002 fue determinante el papel de Fedecámaras en la desestabilización y el golpe de Estado. Consultamos con Pierantoni si la coyuntura económica ha hecho que este sector deje a un lado la actuación política y se enfoque en la producción, «efectivamente es así. Un empresario que lucha por sobrevivir en las difíciles circunstancias actuales, nacionales e internacionales (pandemia, caos en las cadenas de suministro por la crisis del sector naviero a nivel planetario) difícilmente puede apostar a empeorarlas. Sería un ‘auto-suicidio’ porque, por la razón mencionada arriba, serían empresas extranjeras las que los reemplazarían».
En tal sentido, consideró como valientes las declaraciones de Ricardo Cusanno cuando dijo, «debemos asumir un compromiso con el país, sin importar el ataque de los radicales, o si la comunidad internacional no entiende lo que está sucediendo». Reiteró que este mensaje marca la pauta no sólo de “fumar la pipa de la paz sino de esa unidad que mencionábamos al principio, entre esos dos actores centrales de la economía: Estado y empresarios».
«Porque, frente a un gobierno Biden cuya ambiciosa agenda legislativa pende del hilo de una precaria mayoría de un solo senador, y con un partido demócrata tensionado por presiones republicanas en contra de esa agenda, el “caso Venezuela” no es prioridad hasta por lo menos varios meses después de las elecciones de medio término en los EEUU (en las que se renueva la mitad de los curules) en Noviembre del próximo año».
Jessica Sosa