La estrategia de Estados Unidos hacia Venezuela no puede comprenderse en los términos clásicos de una operación militar convencional. Se trata, más bien, de una estrategia de asedio moderna, adaptada a las condiciones del siglo XXI, cuyo propósito fundamental, en este caso, es reincorporar al país a la esfera de influencia estadounidense.
En los antiguos asedios, los ejércitos rodeaban fortalezas o ciudades, cortaban sus suministros y esperaban el desgaste interno hasta forzar la rendición. Hoy, la lógica es la misma, aunque se aplica a escenarios distintos. En esta ocasión se trata de un país, de un Estado, no de una fortaleza o una ciudad. Los instrumentos son diferentes, actuales, como las sanciones, las operaciones psicológicas y los pretextos que se esgrimen para justificar despliegues militares. No es el asedio español de Cartagena de Indias de 1815. Es Venezuela de 2025.
EL NUEVO CERCO
El gobierno de Estados Unidos ha comenzado una movilización militar hacia el sur del Caribe bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico. A diferencia de los operativos previos, centrados en patrulleras, destructores y guardacostas para interdicciones en alta mar, este despliegue incorpora buques anfibios de guerra y un contingente de marines equipados para operaciones tácticas.
La sola presencia de buques destructores cerca de la frontera marítima de Venezuela funciona como algo intimidatorio, con efectos inmediatos: impacto político interno, temor entre inversionistas, elevación de los costos de los seguros marítimos. No es casual que la Carta de la ONU condene toda amenaza de uso de la fuerza.
“EL MENÚ”
No es necesario un bloqueo formal ni un desembarco para comenzar a abordar la estrategia de asedio. Es suficiente con la amenaza. A partir de allí, “el menú” de acciones posibles incluye incursiones ilegales en aguas territoriales y espacio aéreo, ingreso de comandos para “operaciones especiales antinarcóticos”, intercepción de barcos comerciales o petroleros, ataques con drones contra instalaciones de vigilancia o incluso “extracciones”. Todas estas tácticas cumplen la función de debilitar y desgastar sin llegar de inmediato a una confrontación abierta.
LA MENTE
Todo asedio tiene como como norte la mente de los asediados y busca quebrar su voluntad sin necesidad de una invasión directa. Para ello se aísla al país, se le obstaculiza el acceso a suministros e inversiones y se desgasta su moral evitando enfrentamientos costosos. No se trata de ocupar un territorio, lo que se quiere es que el enemigo termine subordinado y acepte la voluntad del atacante. Mediante la presión psicológica, se busca meter miedo y generar descontento social para forzar una capitulación política.
LA ECONOMÍA
En el caso venezolano, el cerco no es simplemente algo marítimo. La verdadera batalla es la economía y tiene que ver con la vida cotidiana de la gente. El objetivo es transmitir la imagen de un país con muchos riesgos e inestable, frenar la actividad comercial y generar un clima de malestar social. A través de amenazas de fuerza, sanciones y restricciones financieras, se busca provocar escasez y deteriorar los servicios públicos. El cálculo que se hace es que mientras más sufra la población, más difícil será la situación para el Gobierno.
LA COMUNICACIÓN
En un escenario de asedio, la verdadera batalla está en la mente colectiva, en cómo la población percibe la presión externa y cómo responde a ella. Por eso la comunicación resulta decisiva: debe ser clara, transparente y sin sectarismos. No se trata de ocultar lo que ocurre para evitar alarmas, sino de informar con precisión, explicar las medidas adoptadas y mostrar el sentido de cada acción. Solo así se fortalece la confianza y se neutraliza la guerra psicológica.
GUERRA PATRIA
El asedio busca dividir y quebrar las fuerzas internas. Por eso, la respuesta más debe surgir de la ciudadanía, entendida como un compromiso con la defensa de la soberanía que trasciende las diferencias políticas. De allí la importancia de reafirmar la nación en su conjunto y los símbolos que la unen en su diversidad.
Aunque en un contexto mundial distinto, un buen ejemplo de esta visión fue la forma en que Rusia asumió la Segunda Guerra Mundial, transformándola en la llamada “Guerra Patria” y apelando a toda la nación. En circunstancias de asedio, lo más importante es integrar y dar cohesión a la sociedad para que actúe como un solo cuerpo frente a la agresión externa.
El Universal