De acuerdo con reportes basados en funcionarios estadounidenses, la administración del presidente Donald Trump ha mapeado objetivos militares en Venezuela —puertos, bases, aeródromos y pistas usadas presuntamente por redes de narcotráfico— para posibles ataques aéreos “de señal” que presionen la salida del gobierno de Nicolás Maduro. La acumulación reciente de fuerzas y operaciones contra lanchas rápidas en el Caribe y el Pacífico oriental encaja con una postura de preparación.
Motivaciones estratégicas
- Objetivo declarado: degradar infraestructura supuestamente asociadas al narcotráfico y rutas logísticas.
- Objetivo político: aumentar la presión coercitiva sobre Caracas para forzar un cambio de gobierno.
- Señal geopolítica: reafirmar capacidad de proyección de EE. UU. en el Caribe frente a la creciente gravitación de aliados de Venezuela.
Voces críticas en EE. UU. cuestionan la legalidad, la prueba que sustenta los blancos y el riesgo de precedentes de uso de la fuerza sin autorización legislativa específica.
Capacidades y postura militar
El patrón reciente incluye al menos 15 golpes contra «embarcaciones sospechosas», despliegues navales con capacidad de ISR y presencia de aviación de 5ª generación en el teatro. La combinación sugiere que Washington dispone de ventanas de ejecución rápida para ataques limitados, con cobertura de inteligencia, escolta aérea y recuperación.
Opciones de operación (curso de acción)
- Ataques cinéticos limitados a instalaciones periféricas (pistas no controladas por FANB, depósitos o nodos portuarios específicos). Efecto: señal punitiva; riesgo: daños colaterales y escalada.
- Paquete ISR-EW (inteligencia, vigilancia, guerra electrónica) para cegar y mensurar sin golpe visible. Efecto: presión sin martillazo; riesgo: detección y narrativa de agresión.
- Interdicción marítima reforzada con reglas de empeñamiento expandidas en aguas cercanas. Efecto: goteo coercitivo; riesgo: incidentes con embarcaciones venezolanas.
Todos los cursos de acción presuponen superioridad aérea local y coordinación conjunta, pero difieren en visibilidad política y riesgo de escalada.
Marco legal y diplomático
Un ataque “preventivo/antinarcóticos” sobre territorio venezolano afronta costuras legales (Carta ONU, uso de la fuerza, necesidad y proporcionalidad) y costos diplomáticos en la OEA, CARICOM y BRICS-Plus. Senadores y analistas han advertido sobre la extrajudicialidad de acciones recientes en el mar y la falta de autorización explícita del Congreso para operaciones en Venezuela.
Respuesta y resiliencia de Venezuela
- Defensa antiaérea escalonada y disuasión asimétrica (movilidad de activos, dispersión y redundancia logística).
- Arquitectura diplomática: activación de foros regionales y socios extra-hemisféricos para elevar costos políticos al atacante.
- Continuidad operativa: capacidad de reconstituir nodos estratégicos y mantener control territorial pese a impactos selectivos.
Una respuesta soberana y calibrada busca evitar la trampa de la escalada, contener daños y fortalecer legitimidad internacional.
La convergencia de 2–3 señales eleva el índice de probabilidad de acción a corto plazo.
Riesgos de escalada y efectos de segundo orden
Un golpe limitado puede generar efecto rally-round-the-flag (o “cerrar filas en torno a la bandera”)en Venezuela, reacciones de aliados, disrupciones en rutas energéticas y volatilidad cambiaria regional. Para EE. UU., el principal riesgo es la elasticidad del objetivo (blancos móviles) y el costo reputacional si la justificación probatoria se percibe débil.
Conclusión analítica
La identificación de blancos y la postura militar reciente configuran un escenario de presión escalable más que una campaña mayor. La clave estará en la ventana política en Washington, el umbral de reacción de Caracas y la mediación regional. Para Venezuela, la combinación de disuasión asimétrica, resiliencia logística y anclaje diplomático es el trípode para preservar la soberanía y evitar una escalada abierta.










