Redacción Hinterlaces
En una entrevista dirigida por el analista noruego Glenn Diesen, el economista estadounidense Jeffrey Sachs ofreció una de sus reflexiones más directas sobre la política exterior de Washington hacia América Latina, con especial atención al caso venezolano. El diálogo, publicado recientemente, desmonta las lógicas de poder que sustentan las sanciones, el control energético y la narrativa del “cambio de régimen”.
Sachs afirmó que la política de Estados Unidos hacia Venezuela no responde a principios democráticos, sino a intereses geoeconómicos vinculados al petróleo y a la influencia corporativa dentro del sistema político estadounidense. Según el economista, el intervencionismo no busca restaurar la democracia sino garantizar el acceso a recursos estratégicos y disciplinar a los países que desafían el orden unipolar.
Por su parte, Glenn Diesen situó el caso venezolano dentro de un patrón histórico de proyección imperial y guerra económica contra Estados soberanos. La discusión subraya cómo los medios occidentales y ciertos organismos internacionales contribuyen a legitimar sanciones que han generado graves consecuencias humanitarias, económicas y sociales.
“Se trata de un sistema global donde la fuerza sustituye al derecho y las corporaciones dictan la política exterior”, sostuvo Sachs, destacando la desconexión entre las élites de poder y los intereses reales de las sociedades. En ese marco, Venezuela se convierte en un símbolo de resistencia frente a un orden internacional que intenta mantener su hegemonía mediante coerción y desinformación.
El intercambio entre Sachs y Diesen no solo revela las tensiones estructurales del sistema occidental, sino también el emergente paradigma multipolar en el que América Latina empieza a ocupar un papel más autónomo. En un contexto global marcado por el ascenso de Eurasia y la reconfiguración de las alianzas, el caso venezolano representa una línea de fractura entre dos visiones del mundo: la dominación geopolítica y la soberanía nacional.
“Venezuela ha sido castigada no por sus errores, sino por su decisión de mantener independencia”, concluye Sachs.










