Trump desata el cierre más largo en la historia de EE. UU.

El cierre parcial del gobierno federal estadounidense, vigente desde finales de septiembre de 2025, expone una nueva fase de confrontación política entre la Casa Blanca de Donald Trump y un Congreso demócrata dividido, con efectos económicos y sociales sin precedentes.

El cierre parcial del gobierno federal estadounidense, vigente desde finales de septiembre de 2025, expone una nueva fase de confrontación política entre la Casa Blanca de Donald Trump y un Congreso demócrata dividido, con efectos económicos y sociales sin precedentes.

Un cierre con motivaciones políticas

El cierre parcial del gobierno federal estadounidense iniciado a finales de septiembre de 2025 no es solo un impasse presupuestario: es una demostración de poder político entre el presidente Donald Trump y un Congreso liderado por los demócratas.
Las discrepancias sobre el financiamiento de programas sociales como Obamacare y Medicaid, junto a los debates sobre inmigración, infraestructura y salud pública, se convirtieron en el detonante de una crisis institucional que ya supera los límites administrativos.

La Casa Blanca ha optado por medidas sin precedentes: despidos definitivos de empleados federales, paralización de proyectos en estados demócratas y amenazas de eliminar agencias completas. Esta decisión, más que económica, forma parte de una estrategia política de confrontación que busca consolidar la autoridad presidencial frente al aparato federal.




Un impacto humano y económico sin precedentes

Más de 750 mil empleados han visto suspendido su salario y otros dos millones enfrentan la incertidumbre de cobros aplazados. Los servicios afectados van desde parques nacionales, tribunales de inmigración y controles alimentarios, hasta la emisión de subsidios y préstamos.
Cada día se pierden cerca de 400 millones de dólares en salarios federales, y economistas advierten que si el cierre se prolonga, podría convertirse en el más costoso de la historia moderna.

Más allá del impacto inmediato, el shutdown amenaza con ralentizar la economía, reducir la confianza del consumidor y agravar las tensiones laborales, especialmente en los estados más dependientes del gasto federal.


El “shutdown” como instrumento de poder

El presidente Trump ha utilizado el cierre como un arma política, castigando a los estados y jurisdicciones demócratas, suspendiendo programas ambientales y frenando fondos para energías limpias. Estas medidas se alinean con su plan “Project 2025”, que busca reducir el tamaño del Estado y fortalecer el poder ejecutivo.

Esta dinámica ha profundizado la polarización política, provocando demandas judiciales y divisiones dentro del propio Congreso. Los demócratas acusan a Trump de manipular el aparato estatal con fines electorales, mientras que el presidente justifica sus decisiones como parte de una “reforma estructural del gobierno”.


Perspectivas e implicaciones geopolíticas

Hasta el momento, no hay señales de negociación o salida inmediata. La falta de consenso en el Congreso refleja una erosión de los mecanismos democráticos que históricamente han permitido la estabilidad institucional de Estados Unidos.
Analistas advierten que este cierre podría marcar un precedente peligroso: el uso del presupuesto como arma política y el debilitamiento de los contrapesos entre poderes.

Más allá del impacto interno, la prolongación del shutdown envía al mundo una imagen de fragilidad del sistema estadounidense, afectando su credibilidad financiera y su liderazgo global.
El cierre del gobierno no solo representa un conflicto administrativo, sino una crisis de gobernabilidad, con implicaciones que trascienden las fronteras del país.

El “shutdown” de 2025 se ha convertido en una metáfora del momento político estadounidense: un país dividido, una economía en riesgo y un liderazgo que apuesta por la confrontación más que por el consenso.
En un sistema donde el poder ejecutivo desafía abiertamente al legislativo, el cierre del gobierno no solo paraliza oficinas federales; paraliza también la confianza en la democracia institucional que durante décadas fue el emblema de los Estados Unidos.

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