El estado Yaracuy se convirtió en noticia la semana pasada por las protestas escenificadas en Urachiche, Chivacoa, Nirgua y Yaritagua, presentadas en las redes sociales como el inicio de una especie de revuelta popular contra el gobierno De Nicolás Maduro por la poderosa maquinaria mediática al servicio de Juan Guaidó. Nada más lejos de la realidad.
El 23 de septiembre muchos caraqueños se enteraron que existía un pueblo llamado Urachiche por las imágenes y videos que circularon en redes de una marcha en esta población yaracuyana. La manifestación había sido convocada hace varios días por Edito Hidalgo, dirigente del partido Tupamaro y candidato a la AN por la Alternativa Popular Revolucionaria en protesta por la situación de escasez de gas doméstico, gasolina y otras penurias que compartimos en este momento los venezolanos.
Hidalgo, dirigente comunitario y locutor, mantienen dos programas de radio en una emisora local que ha convertido en su principal tribuna política, desde donde ha expresado en los últimos tiempos su rechazo a las acciones del gobierno de Nicolás Maduro.
Pero fundamentalmente está enfrentado a las autoridades locales y regionales. Ante la coyuntura electoral, el locutor devenido en candidato vio la oportunidad de canalizar el descontento que las situaciones de escasez y deficiencias en servicios públicos provocan en la población y poner a sonar en la calle a la Alternativa Popular Revolucionaria, coalición conformada el PCV, el sector de Tupamaros que apoya a José Pinto y otras organizaciones que apoya sus aspiraciones políticas.
Pasaron apenas unas horas para que la situación fuera captada por militantes de organizaciones políticas opositoras radicales como una oportunidad para “cumplir” las instrucciones del sr. Guaidó de calentar la calle. Videos e imágenes de la marcha en Urachiche comenzaron a ser posteadas desde la seguridad de su hogar por militantes de Voluntad Popular, asegurando que era el inicio de la “rebelión contra el régimen”. Tarde se percataron los simpatizantes de Edito Hidalgo que la oposición se reivindicaba la autoría de la protesta.
El frenesí se apoderó esa misma noche de la militancia de Voluntad Popular en la región, convocando nuevas manifestaciones en Chivacoa y Nirgua el jueves 24 de septiembre. En la primera localidad la protestas fue aupada por Biaggio Pilieri, diputado opositor que después de desfilar por varias organizaciones en este momento representa a Vente Venezuela, y en la segunda por Rubén Rumbos dirigente de Voluntad Popular.
La convocatoria en Chivacoa estuvo aderezada por jóvenes pagados con algunos billetes verdes, que además de encender el clima atacaron con piedras la sede de la municipalidad. Hasta las monjitas del Colegio Santa María, consecuentes apoyadoras de cualquier manifestación opositora desde los tiempos del paro petrolero, salieron entusiastas a buscar sus cinco minutos de video en las redes sociales. El mismo formato se repitió en Nirgua.
La reacción de las fuerzas policiales no se hizo esperar, y aunque en las redes sociales se vendió como una inmisericorde represión, fue más bien una respuesta esperada a la violencia que intentaron promover algunos muchachos para ganarse los dólares que les prometieron.
De las figuras que promovieron las manifestaciones y apostaron sus cámaras y teléfonos para postear no hay mucho que decir. Pilieri es conocido por este tipo de prácticas políticas. Antes pagaba con aguardiente y ahora con dólares. Rumbos se hizo conocido por un audio en que pide instrucciones ante la detención de varios de los muchachos que lo acompañaban en su aventura. Dos minutos de Gloria.
Para el viernes 25 las protestas se apagaron en Yaritagua, donde un pequeño grupo intentó repetir el formato con poco éxito. Unos veinte detenidos fueron buscados por sus madres en las respectivas comisarías, y después de jalarle las orejas fueron a gastarse los billeticos verdes recibidos.
Y así fue como un dirigente de Tupamaros le puso en bandeja de plata a los seguidores de Juan Guaidó abundante material audiovisual para decir que hay una rebelión popular en Venezuela, mientras los yaracuyanos caminan tranquilos por las calles de los hermosos pueblos de esa región.
Esther Quiaro