El territorio de la Guayana Esequiba es el centro de una disputa histórica imperial entre las potencias del siglo XIX y XX y el proyecto bolivariano. Antes por el oro hoy por el petróleo, el Esequibo es una pieza clave en la geopolítica del reparto regional tal como sostiene el historiador José Gregorio Linares.
Nuestro enemigo no es Guyana
La historia del despojó de la Guayana Esequiba tiene para Linares hitos poco conocidos. El historiador ubica en el Tratado de Washington en 1987 el inicio de esta conspiración imperial que se adjudicó el equivalente a una séptima parte del territorio venezolano.
“El tratado de Washington tenía unas cláusulas secretas. En estas se establece que Venezuela iba a dirimir su conflicto con Gran Bretaña, pero no podía mostrar en el tribunal arbitral establecido los mapas y los documentos que probaban que ese territorio es nuestro. Por ejemplo, nos impidieron que presentáramos el Tratado de 1850 , pacto mediante el cual ni Gran Bretaña ni Venezuela podían avanzar. Para entonces era mucho menor el territorio que nos habían usurpado. A eso hay que sumarle que el Tratado de Washington estableció que los venezolanos no podían participar como jueces en un arbitraje que tenía que ver con Venezuela y la razón que alegaron los jueces británicos es que ellos no estaban dispuestos a sentarse en la misma mesa con gente que tenía “olor a trópico”.
En opinión de este investigador la historia se repite. Hoy las trasnacionales petroleras como la Exxon Mobil financian la defensa legal de la República Cooperativa de Guyana, así como los lobistas ante la Corte Internacional de Justicia para un fallo a favor de los intereses de las petroleras.
“Estamos en un nuevo momento de esta disputa histórica. Los Estados Unidos y Gran Bretaña por un lado y por el otro la República Bolivariana de Venezuela”.
Linares autor del libro “A 200 Años de la doctrina Monroe” analiza este momento a la luz del choque histórico entre monroísmo y bolivarianismo. Si bien Venezuela invoco la doctrina Monroe buscando apoyo en Estados Unidos para detener el avance territorial de Gran Bretaña, ambas potencias deciden aliarse tras los grandes descubrimientos de yacimientos de oro.
“El territorio de la Gran Bretaña es el que le compraron a la Guyana holandesa en 1814. Ese es el territorio que le correspondía. A partir de que se descubren las reservas de oro mas importantes del mundo, Gran Bretaña comienza a expandirse para apropiarse de ese recurso”.
Estados Unidos nunca tuvo la intención de ayudar a Venezuela. Su política expansionista también estaba en auge y a partir del 96 el reparto del mundo es claro.
Linares describe como los territorios en disputa fueron parte del reparto: Guatemala, el Esequibo venezolano, las Islas Malvinas en Argentina.
Esta política de expansión imperial y saqueo de nuestros recursos encontró en el proyecto bolivariano un muro a sus intereses. Lo que para el investigador sirvió de inspiración para el nacimiento en 1899 de un proyecto que se llamó Pacto Secreto.
“El pacto contra el avance terrófago de Estados Unidos y Gran Bretaña tuvo al frente a Cipriano Castro presidente de Venezuela, Eloy Alfaro presidente de Ecuador, José Santos Zelaya Pdte. de Nicaragua y Rafael Uribe Uribe máximo representante del Partido Liberal. Ellos querían reeditar una especie de Gran Colombia ante quienes querían y quieren apoderarse de nuestro territorio, de nuestros gobiernos, de nuestros pueblos y nuestra cultura”.
Al ser consultado sobre las amenazas de este momento histórico en el que Guyana, impulsada y financiada por Estados Unidos, orquesta un golpe jurídico en la Corte, Linares sostiene que hay que estar alertas con dos posturas: la que solicita la intervención de Venezuela y la que bajo un falso patriotismo quiere incitar una guerra con un pueblo hermano.
“Ya en 1861 la élite dueña de haciendas que gobernaba Venezuela, le pidió a Gran Bretaña que invadiera el país y que acabara con la guerra federal y los campesinos a cambio de toda la zona de la Guayana, Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro. En este momento hay que tener cuidado con las mismas posiciones y con aquellos que hacen llamados guerreristas. Nuestro enemigo no es Guyana, nuestro enemigo es la Exxon Mobil, apoyada por Reino Unido y Estados Unidos”.
Por Anahí Arizmendi