Joe Biden tuvo que dar el paso que, los anteriores presidentes estadounidenses no quisieron hacer. Afganistán era y sigue siendo un bomba de tiempo.
En 2021, medios locales indican que la mayoría de los estadounidenses no quiere arriesgar más vidas ni gastar más dinero en un país en que gran parte de la población denosta a los estadounidenses y los combate como fuerzas de ocupación.
El caos y la desesperación ganan las calles afganas ante la entrada de los talibanes. Un hecho que, desde el fin de semana pasado, es resaltado en el mundo como el fracaso de la política estadounidense en el país que guarda en sus entrañas una de las mayores reservas de litio del mundo y depósitos minerales valuados en casi un billón de dólares.
Hinterlaces.net le resume En Claves, algunos puntos importantes sobre el tema.
1. La guerra de Afganistán se inició como reacción a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Veinte años después, EE.UU. inició su retirada de suelo afgano sin que se haya evacuado al personal de las embajadas, a los miembros de organizaciones no gubernamentales y otros grupos, incluidos los civiles que les apoyaron y sirvieron en estos años. Traductores, guardaespaldas y colaboradores varios desbordan la capacidad del aeropuerto de Kabul intentando salvar sus vidas subiéndose a los alerones de aviones abarrotados. Sin boletos y sin destino.
2. Estados Unidos no actuó solo. Tuvo el apoyo de la Organización del Atlántico Norte -OTAN– una verdadera máquina militar que llegó a contar con una misión de combate compuesta por 130.000 tropas de 50 países. Por lo tanto, el fracaso estadounidense es compartido y afecta la credibilidad de ambos actores geopolíticos a la hora de brindar garantías de seguridad, su principal argumento de venta.
3. El fracaso estadounidense en Afganistán le deja al país del Norte, una factura de 2,26 billones de dólares según cálculos del The Costs of War Project de la Universidad de Brown. En la cifra se incluyen más de 143 mil millones de dólares en tareas de reconstrucción, una cifra que supera el propio Plan Marshall con el que EE.UU. apalancó Europa tras la Segunda Guerra Mundial. A esa cifra hay que agregarle el dinero necesario para atender durante toda su vida a los Veteranos de Guerra y los futuros pagos de intereses del dinero tomado para financiar la guerra. Además, en octubre 2020 el Congreso recibió un informe que indicó que se perdieron unos 19.000 millones de dólares entre mayo de 2009 y el 31 de diciembre de 2019.
4. A los números anteriores hay que sumarle los fondos aportados por la Unión Europea. Desde 2002, Bruselas dio más de 4.000 millones de euros en ayuda al desarrollo a Afganistán, lo que convierte al país en el mayor beneficiario de la ayuda al desarrollo que aporta Bruselas en el mundo.
5. Hasta la fecha, la economía afgana se sostuvo por la ayuda internacional. Tras el anuncio de retirada de tropas, EE.UU. y la Otan han prometido 4.000 millones de dólares anuales hasta el 2021 para financiar tropas propias de Afganistán y sólo en lo que va del 2021, Otan envió suministros y equipos por valor de 72 millones de dólares. Unión Europea, por su parte, tiene previsto destinar 57 millones de euros a la ayuda humanitaria para Afganistán.
6. Estados Unidos reconoció, tras la toma de Kabul por parte de los talibanes, que gran parte de sus armas cayeron en manos talibanas y que no podrá recuperarlas. Y no sólo eso: entre las pertenencias y equipos militares que dejaron las tropas estadounidenses en Afganistán hay dispositivos biométricos utilizados para identificar a todos los empleados y colaboradores de esas bases. Un material que ahora está en poder de los talibanes. Esa herramienta fue la herramienta digital clave en la captura de Osama Bin Laden de 2017.
7. La decisión unilateral de EE.UU. de acordar con los talibanes en febrero del año pasado la salida de sus tropas jaqueó a los demás países, incapaces de seguir en el terreno sin respaldo estadounidense. El presidente checo, Milos Zeman, dijo que advirtió personalmente tanto al actual presidente de EEUU, Joe Biden, como a su antecesor, Donald Trump, de que «sacar las tropas de Afganistán era una «cobardía» que no tendría ningún efecto positivo».
8. Los talibanes, señalados como «los nuevos amos de Afganistán», se formaron en 1994 tras la retirada soviética financiándose sobretodo, con el comercio ilegal del opio. Pasaron de ser aliados a enemigos del imperio estadounidense. Ya en 1996, cuando los talibanes declararon a Afganistán un emirato islámico, controlaban alrededor del 90 % del país antes de ser derrocados en 2001 con la excusa de George W. Bush de ser refugio de Al Qaeda. Hoy, hasta Joseph Borrel, jefe de la diplomacia europea, reconoce que «han ganado la guerra».
9. No sólo para las mujeres y la comunidad LGBTI es catastrófico el regreso de los talibanes al poder afgano. Nadie está exento del sadismo y la ausencia de derechos humanos que ejerce el poder talibán. La agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, indicó que «el 80 % de los casi 250.000 afganos que se han visto obligados a huir desde finales de mayo son mujeres y niños». Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos señaló que 18,4 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, mientras que el conflicto ha desplazado hasta 390.000 sólo este año.
10. Según Julian Assange, fundador de Wikileaks, el objetivo de EE.UU. es utilizar Afganistán para lavar dinero de las bases impositivas de Estados Unidos y Europa y llevarlo de vuelta a las manos de las élites de la seguridad transnacional. O sea que el objetivo es tener una guerra sin fin, no una guerra exitosa.
Assange ayuda a entender que los talibanes no son un error político. Son creación con sello estadounidense en una región que da pelea.
Marcela Heredia