Operación Lanza del Sur: la nueva misión de la Doctrina Trump en el Caribe

Análisis Hinterlaces

La nueva operación militar de Estados Unidos en el Caribe —presentada como esfuerzo de “interdicción contra el narcotráfico”— debe interpretarse dentro de una estrategia más amplia: la consolidación de una Doctrina Trump para el hemisferio occidental, que combina seguridad interna, control geopolítico y presión directa sobre gobiernos considerados adversarios, especialmente Venezuela.

Aunque la narrativa oficial insiste en la lucha contra las drogas, el objetivo real es reposicionar el Caribe como un espacio de seguridad nacional estadounidense, no ya como “exterior cercano”, sino como frontera interior. Este giro doctrinario se apoya en dos ideas centrales:

a) El hemisferio como extensión de la seguridad doméstica estadounidense

El discurso del presidente Trump y de sus altos funcionarios revela un cambio conceptual profundo: los problemas de seguridad en la región (migración, crimen organizado, conflicto político, influencia de potencias extrahemisféricas) se reinterpretan como amenazas internas para Estados Unidos.

Bajo este marco, el Caribe y Sudamérica dejan de ser áreas de cooperación o competencia económica, pasando a ser tratadas como zonas donde Washington puede actuar militarmente “para proteger a su población”, sin necesidad de justificarlo ante organismos multilaterales.

Esto reactualiza la lógica de la Doctrina Monroe, pero con un lenguaje y una legitimación adaptadas al siglo XXI: si algo en la región afecta la seguridad estadounidense —real o percibida—, Washington se reserva el derecho de intervenir.

b) Seguridad interna = control militar del Caribe

La Doctrina Trump, tal como se está configurando, fusiona elementos militares, de inteligencia y de política exterior en una sola arquitectura de control:

  • Uso intensivo del Comando Sur (SOUTHCOM) para operaciones permanentes de vigilancia y disuasión.
  • Mayor despliegue naval en puntos estratégicos del Caribe, cercando el acceso marítimo de países como Venezuela y Cuba.
  • Integración de acusaciones judiciales, sanciones económicas y presión diplomática dentro de una sola narrativa: “combatir el narcoterrorismo”.
  • Construcción de consenso interno en Estados Unidos mediante el discurso de “proteger a nuestra gente” para justificar acciones militares o acciones encubiertas.

La Operación Lanza del Sur se presenta como interdicción marítima, pero responde a una lógica más profunda: reinstalar la hegemonía militar estadounidense en el Caribe, debilitada durante las últimas dos décadas.

c) El uso del narcotráfico como marco legitimador

Como ocurrió en Panamá en 1989 y en intervenciones posteriores, la narrativa antidroga funciona como puente moral y jurídico para acciones de mayor envergadura.

El narcotráfico:

  • Permite justificar despliegues militares sin declarar guerra.
  • Difumina las fronteras legales entre seguridad interna y operaciones externas.
  • Convierte a cualquier Estado adversario en una amenaza híbrida: “narcorregímenes”, “narcoterroristas”, “Estados criminales”.

En este contexto, Venezuela aparece no solo como “ruta” o “centro” del narcotráfico —tesis cuestionada por múltiples informes independientes—, sino como nodo político cuya neutralización es considerada estratégica para el reordenamiento hemisférico.

d) El objetivo final: reordenar el Caribe bajo supremacía estadounidense

Más allá de las justificaciones oficiales, la Doctrina Trump busca:

  • Revertir la presencia rusa, china e iraní en el Caribe.
  • Asegurar el control de rutas marítimas, energéticas y logísticas críticas.
  • Reconfigurar la arquitectura de seguridad regional, alineando a gobiernos afines y presionando a los neutrales.
  • Aislar y debilitar a Venezuela, convirtiéndola en un caso ejemplarizante.

La operación antidroga es, en realidad, la fase inicial de un reordenamiento estratégico del continente.

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