ANÁLISIS SITUACIONAL
EDITORIAL / 23 ABRIL 2024
Oscar Schémel
Recientemente el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, y el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, denunciaron la puesta en marcha de un plan de desestabilización social y emocional que incluye tentativas de magnicidio, conspiraciones, focos de violencia y saboteos contra los servicios públicos.
Los procesos de desestabilización social utilizan técnicas avanzadas de guerra psicológica y se ejecutan a través de una sucesión de eventos extraordinarios que ocasionen conmoción pública, malestar social y vulnerabilidad colectiva.
El reimpulso de esta estrategia de desestabilización tiene como objetivo cambiar la correlación de fuerzas electorales que hoy favorece la reelección del presidente Maduro, mediante la creación de un clima de angustia, incertidumbre y desprotección que genere respuestas neuróticas futuras en el marco de las próximas elecciones presidenciales.
Con base en los estudios cualitativos realizados por Hinterlaces, podemos identificar dos grandes bloques socio-emocionales, antagónicos, que van a REPOLARIZAR a la sociedad venezolana durante las venideras elecciones presidenciales.
El primer bloque psico-social está asociado a un voto extremista que quiere terminar con todo. Es radicalmente contrario al gobierno. No apuesta por soluciones. No importa el líder ni la propuesta, tampoco el “día después”. Podría votar por “cualquiera”. Los sentimientos dominantes son de odio y angustia.
Por el contrario, el segundo bloque psico-social apuesta por el futuro. Evalúa las propuestas y soluciones de los candidatos. Aquí el Líder es un solucionador y un conciliador. Los sentimientos que describen a este bloque son la esperanza y la resiliencia. Hay malestar y preocupación, pero no hay rabia ni neurosis.
Sin liderazgo, sin propuesta, desconectada de la emocionalidad y expectativas de las mayorías, a la oposición radical solo le queda el voto extremista.