La situación de Venezuela, sujeta a un conflicto interno entrelazado a otro que involucra a dos Estados, el venezolano y el estadounidense, puede evolucionar hacia varias direcciones, dependiendo de los esfuerzos que se realicen en uno u otro sentido: la cronificación de la situación actual; una ruptura “revolucionaria” del sistema (transición) y un esquema de alternancia y convivencia negociado.
En un esquema de cronificación puede haber variaciones, pero se mantendrían los mismos perfiles que caracterizan la situación. En materia económica y de condiciones de vida de la población pueden producirse mejoras, a consecuencia de cambios significativos en las políticas económicas internas, pero un factor decisivo en la realidad actual es lo relativo al cerco financiero y petrolero.
RUPTURA
Otro camino de alteración de la situación actual puede ser el de una acción que conduzca a la ruptura del actual sistema, es decir, una “transición”. En este caso, las fuerzas políticas que hoy se sitúan al exterior del sistema provocan un cambio drástico de la correlación de fuerzas, acceden al control de las palancas del poder y lo sustituyen por otro. El mecanismo para lograrlo puede ser violento, desde un golpe cruento hasta uno palaciego, o por medio de una intervención militar.
También los medios electorales pueden ser utilizados en una estrategia democrática de ruptura para un cambio de sistema, tal como lo intentó el allendismo en Chile o como sucedió en Polonia.
NEGOCIACIÓN
Otro camino de evolución es el de la construcción de un modelo de convivencia por medio de negociaciones, en el que se establezca que todas las fuerzas en pugna son parte del sistema, se alternan en el Ejecutivo y detentan palancas de poder. No es sencillo, pero no imposible, al menos en lo interno. En materia económica se requeriría un acuerdo en el que nadie traspase ciertos límites. Ni neoliberalismo extremo ni estatización generalizada. Vocación del Estado por lo popular. Y las garantías, para descartar persecuciones.
Ahora bien, la dimensión del conflicto EEUU-Venezuela coloca una piedra de tranca a este escenario, porque un acuerdo implica una premisa: la preservación de la independencia, lo que significa que Venezuela no podría pasar a ser parte del dispositivo geopolítico estadounidense si se produce la alternancia en el poder, y se mantendría la actual doctrina de militar de la FANB.
Un acuerdo de tal naturaleza no involucra solo a las fuerzas internas, sino que tiene que ser establecido entre EEUU y Venezuela con garantes internacionales, suscrito previamente, antes de una alternancia en el Ejecutivo. Quizás un esquema semejante también sea válido para un país como Cuba y la apertura institucional electoral que en ese país pudiera tener lugar en el futuro. La geopolítica no es simple especulación, al contrario, es un hueso real y duro de roer.
Leopoldo Puchi / Cortesía El Universal