El Caribe y el torbellino de Ucrania

La confrontación mundial en curso, que se ha expresado en Ucrania, es más honda de lo que parece.

En una entrevista de televisión, se le preguntó al viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, sobre la posibilidad de desplegar infraestructura militar de Rusia en países fuera de Europa, como Cuba, Venezuela o Nicaragua. «No quiero confirmar nada ni descartar nada», fue la respuesta de Riabkov.

La pertinencia de la pregunta del periodista se explicaba no por informaciones que pudiera manejar, sino porque en varias ocasiones los voceros rusos han expresado, para exponer la posición de ese país sobre Ucrania, que en un supuesto caso de que Rusia desplegara armamentos en países cercanos o limítrofes de Estados Unidos, este país se opondría por considerar ese hecho una amenaza a su seguridad.

“¿Qué pasaría si los pusiéramos en Canadá o en México?”, pregunta Vladimir Putin. “¿Acaso hemos puesto nosotros misiles cerca de la frontera de Estados Unidos? No, han sido ellos los que han puesto armamento a nuestra puerta».

CANADÁ O MÉXICO

Aunque está claro que se trata de un paralelismo argumentativo, ya que nadie se imagina cohetes en Canadá o México apuntando a Estados Unidos, la imagen es sugerente por el antecedente de la crisis de los misiles en Cuba de 1962. De ahí la pregunta del periodista, que provocó un pequeño oleaje en el Caribe, pero más por el revuelo que causa un espantapájaro que porque se haya considerado realmente que la opción estuviera planteada.

En este sentido, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, dijo que el asunto de un posible despliegue militar en Venezuela y Cuba no había hecho parte de la agenda de conversaciones con Antony Blinken en Ginebra.

MEDVEDEV

Con mayor precisión sobre el punto, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitry Medvedev, en una entrevista con los medios de comunicación rusos explicó que no podían hacer un despliegue militar en Cuba o Venezuela porque esos países tienen sus propios “intereses nacionales” y “los dos países buscan romper con su aislamiento y en cierta medida restablecer las relaciones normales con Estados Unidos”. 

«Es por eso que es imposible desplegar algo o crear una base allí, como era la práctica en la era soviética cuando teníamos un sistema de defensa común que involucraba a varios países, que se basaba en una ideología común», explicó Medvedev.

CHINA

Sin embargo, la confrontación mundial en curso, que se ha expresado en Ucrania, es más honda de lo que parece, porque remite no solo a tensiones históricas entre grandes potencias, imperios o tradiciones nacionales, sino que obedece además a causas actuales: la dinámica expansiva específica del capital, que por su naturaleza no puede contener su crecimiento y acumulación, como una bicicleta a la que no se puede dejar de pedalear a riesgo de que se desplome. Y por las mismas razones, enfrenta entre sí a los Estados nacionales que están articulados con esas dinámicas económicas. Ya empezando el siglo XX, el torbellino expansivo del capital financiero de entonces condujo al choque de las guerras mundiales.

Ciertamente, el capital ha mutado desde entonces y hasta se habla de una nueva ética del capitalismo en su nueva fase de las tecnologías, pero la lógica de la acumulación es indetenible. La hegemonía del capital estadounidense y de su predominio militar es indiscutible, pero ha sido desafiado por el dinamismo del capital de China y sus fortalezas comerciales. 

Al estar la hegemonía de EEUU en juego, se ha avanzado hacia un choque geopolítico que agudiza viejas rivalidades en distintos puntos del globo. En este marco, se considera necesario debilitar a Rusia y, al mismo tiempo, a Europa se le cortan las alas que le brindaría una potencial asociación económica con Moscú. 

COLOSOS

En este contexto, los países pequeños y medianos se encuentran en medio de grandes colosos. Venezuela se ha separado del dispositivo geopolítico estadounidense y adquirido armamento ruso, pero no ha ingresado a un nuevo tratado. 

Por las declaraciones de Medveded, Rusia no pretende involucrar directamente a Venezuela en el conflicto. Ni China tiene ese plan. Pero el enfrentamiento actual que mantiene Washington contra Caracas puede en algún momento alterar las variables. Para evitarlo, la Casa Blanca tendría que ponerle punto final a las hostilidades, levantar el bloqueo de las sanciones, dejar atrás la doctrina Monroe, y en su lugar construir acuerdos de cooperación que respeten la independencia nacional. Quizá, luego ya sea tarde.

Leopoldo Puchi/Cortesía El Universal

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