Las elecciones de este 21 de noviembre en Venezuela afianzaron el liderazgo y gobierno del presidente de Nicolás Maduro y las fuerzas revolucionarias y profundizaron las contradicciones dentro de la oposición y sus aliados internacionales. Los resultados que dieron una amplia mayoría al chavismo, sumados a las elecciones presidenciales en Nicaragua y los comicios en Argentina y Chile, consolidan una cadena de derrotas de la política exterior norteamericana, golpeada duramente desde Afganistán y por la situación energética interna.
Al alzarse con 20 de las 23 gobernaciones en disputa y la mayoría de las alcaldías de las capitales de los estados, el chavismo demostró su fuerza y maquinaria golpeando la narrativa del gobierno estadounidense que ha jugado a dos bandas con el financiamiento de escenarios violentos en el país.
Otra derrota para Biden
La participación de todas las oposiciones políticas, factor que ha sido destacado positivamente en todos los informes y declaraciones de invitados internacionales, incluida la Unión Europea, deja las tesis de la desestabilización sin sustento, ya que todas las partes se midieron libremente.
Para el analista y Magister en Filosofía de la Guerra, Fernando Rivero, si bien la Casa Blanca apoyo la salida electoral, mantiene todas las opciones sobre la mesa.
En su opinión, dividir al chavismo, resquebrajar la unidad cívico militar, desarrollar un cerco internacional contra Venezuela y mantener la cooperación militar del Comando Sur con Colombia, así como nuevas medidas coercitivas unilaterales, serán la antesala, de la apuesta al escenario del referéndum revocatorio. Aunque no descarta que siga en estudio una salida de naturaleza militar.
Por su parte el especialista en integración regional Francisco González afirma que las contradicciones internas en la sociedad norteamericana y la crisis energética obligarán al gobierno de Biden a mantenerse en una agenda dual.
Las contradicciones en la política exterior norteamericana y la de sus aliados se expresan para esta analista claramente en las contradicciones internas en la Comisión de observación de la Unión Europea.
Mientras un grupo estaba desplegado en el país y reconocía en su informe de la fortaleza del sistema electoral venezolano, el otro presionaba desde las organizaciones más conservadoras en Europa para el desconocimiento del proceso electoral.
Al culminar el proceso electoral voceros del gobierno de Biden descalificaron las elecciones en las que participaron más de 8 millones de venezolanos y venezolanas. Posición que acompañaron luego gobiernos aliados como el de Colombia y Canadá.
El secretario de estado de Estados Unidos Mike pompeo declaró que los resultados no reflejan la voluntad del pueblo venezolano y calificó el proceso de fraudulento. Por su parte China y Rusia reconocieron las elecciones en Venezuela y llamaron a respetar la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas.
Con la presencia de más de un mil 500 observadores internacionales, que destacaron la robustez y fiabilidad del sistema electoral venezolano, el tradicional guion del fraude ya no es potable. La política exterior de Washington busca como hacer control de daños, pero también otros elementos le hacen peso. Los resultados expresan con claridad que es muy difícil poner de acuerdo en una agenda común a las diversas fracciones de la oposición, sobre todo aquellas financiadas por el gobierno norteamericano y que recibieron un importante rechazo por parte de la población.
Lo que en rueda de prensa fue definido por el presidente de la Asamblea Nacional Jorge Rodríguez como el surgimiento de una nueva oposición. Describió el parlamentario como los venezolanos rechazaron con sus votos a reconocidos voceros del llamado gobierno interino y prefirieron optar por formulas electorales más vinculadas con los llamados tiempos de la cuarta República, es decir de los partidos tradicionales de oposición.
Los grupos opositores vinculados con Guaidó, que luego de tres años de convocar a la abstención decidieron participar electoralmente, no pudieron mover a sus posibles simpatizantes, quedando por debajo de otros sectores opositores y sin ganar ni siquiera una gobernación.
Las confrontaciones entre los sectores opositores protagonizaron la campaña electoral y culminaron expresándose en el apoyo a la oposición que ha venido planteando la ruta electoral para vencer al gobierno.
En opinión de Rodríguez las megaelecciones sellaron la derrota de la oposición delirante. «Si Juan Guaidó se quedó sin trabajo el pasado 6 de diciembre del 2020 este 21 de noviembre se quedó sin política y sin argumentos ahora solo tiene su psicosis y sus ideas de tirantes.»
Con una participación electoral dentro de los estándares de las elecciones regionales, que van de un 40 a un 50 por ciento, las elecciones legislativas venezolanas movieron el tablero regional y junto con las de Nicaragua, Chile y Argentina, obligan a la Casa Blanca a una redefinición de sus agendas en lo que creen es su patio trasero.
Anahí Arizmendi