Las elecciones parlamentarias no son el propósito de la oposición hegemónica, pues su mirada está puesta en el Plan Pompeo, que supone la conformación de un “Gobierno de emergencia” sin la participación del presidente Nicolás Maduro en el poder. Por esa razón, quienes debieron asumir las tareas frente al Comité de Postulaciones que debía nombrar a los nuevos integrantes del Consejo Nacional Electoral, intentaron dilatar los procesos para tal fin, argumentando obstáculos logísticos.
Por otra parte, el sector de la oposición que se ha mantenido interesado en el diálogo nacional, participó de los acuerdos para lograr el nuevo CNE e incluir a dos rectores, mientras sectores de esa oposición hegemónica mantuvieron “contactos” con el Gobierno para negociar al respecto, aunque se desconozca hasta el momento el resultado.
Con todo esto, no queda definido aún si este último sector participará o no en el proceso electoral.
En este panorama, la oposición más polarizada (actores del G4, principalmente) se juega el único espacio institucional que conserva y con el que imprime legitimidad a la figura de Gobierno interino encabezado por el diputado Juan Guaidó.
Para el chavismo, el objetivo es claro: golpear la estrategia extremista que plantea el Gobierno de Estados Unidos y el G4, retomando la Asamblea Nacional, junto a la bancada de la oposición moderada.
Frente a todo esto, está latente la posibilidad de que EEUU intensifique su agenda de sanciones contra Venezuela para doblegar al Gobierno y forzarlos a una negociación, en momentos de gran vulnerabilidad para el país.
De igual forma, se puede esperar un escalamiento del conflicto nacional para caotizar al país, como se planteó con la denominada operación Gedeón.
Un escenario que se debe considerar, es la posibilidad de que, ante el planteamiento de las elecciones, se genere una fractura en el llamado G4 (PJ, VP, UNT y AD) de partidos que decidan participar en la contienda electoral, con lo que se aislarían los sectores extremistas.
Ahora, con la mirada puesta en las elecciones, un enemigo a derrotar será la abstención: al Gobierno le conviene un nivel aceptable de participación para que la elección tenga legitimidad, mientras que algunos candidatos opositores podrían ser beneficiados por la campaña abstencionista, para obtener los mejores resultados posibles.
Sala Situacional