Hinterlaces ha registrado dos grandes bloques socio-emocionales que están polarizando el proceso electoral presidencial venezolano.
El primer bloque está asociado a un voto extremista que quiere terminar con todo. No busca soluciones. No importa el candidato ni la propuesta. Tampoco el “Día Después”. Puede votar por cualquiera. Los sentimientos dominantes son la rabia y la angustia. El nuevo “mantra” opositor es VOTA. Nada más.
Este clima de neurosis impone dinámicas subjetivas en constante mutación o reconfiguración. Para mantener el voto neurótico hay que alimentarlo de manera constante mediante sucesos o acontecimientos de gran impacto “hasta el final”, lo que en ocasiones puede no ocurrir por lo menos con la intensidad necesaria.
Frente a la neurosis del cambio “como se sea y con quien sea”, se expande otra neurosis asociada a la perdida de las conquistas sociales, la paz y la estabilidad, así como “volver atrás” o “comenzar de nuevo”, el desprecio de las élites y la exclusión. De la misma manera, el voto neurótico puede debilitarse por la disonancia entre votar por “cualquiera” y la falta de cualidades del candidato opositor.
El voto neurótico a favor del candidato opositor es por tanto un voto inestable, volátil y espontáneo.
En paralelo, se registra un incremento del ingreso personal y familiar, expectativas más positivas con respecto al futuro económico y una mejor evaluación de la actual situación económica. Además, hay que tomar en cuenta que el grueso de los electores está integrado por adultos y adultos-mayores, que se caracterizan por sus decisiones más reflexivas y conservadoras.
Finalmente, la oposición sigue muy dividida, sus principales dirigentes están enfrentados a Machado y carece de una efectiva maquinaria electoral que le permita movilizar a sus electores.
Tomando en cuenta todos estos factores de mediana y alta probabilidad que conspiran contra la solidez del voto neurótico, nos planteamos un escenario electoral favorable a la reelección del Presidente Maduro.
En primer lugar, el Presidente Maduro es el líder político nacional con mayor reconocimiento y respaldo popular, percibido como un presidente que ha logrado vencer todos los obstáculos y dificultades, “no han podido contra él”, con anclajes culturales y emocionales muy sólidos, con 47% de venezolanos que evalúan en positivo su gestión de gobierno.
Del otro lado, el candidato designado por la oposición es una persona desconocida y sin ninguna experiencia política. Sólo 1 de cada 4 electores consideran que están “suficientemente informados” acerca de sus ideas y propuestas. La mayoría también percibe en González débiles condiciones de salud y energía.
En segundo lugar, hoy en Venezuela existen amplios consensos alrededor del nuevo modelo económico y social inclusivos, y con relación a la necesidad de preservar la paz y la reconciliación, ya logrados por el actual mandatario.
La oposición todavía sigue entrampada en su estrategia de desestabilización política y violencia programada, ahora con un plan de desconocimiento de los resultados electorales y las denuncias de fraude electoral. La oposición todavía carece de liderazgos, propuestas, narrativas y conexión con las mayorías populares.
En tercer lugar, el gobierno del Presidente Maduro ha venido recuperando el crecimiento económico y el bienestar social, la estabilidad cambiaria y el descenso de la inflación. También ha liderado la lucha contra la corrupción “caiga quien caiga”, como nunca antes se había visto, e inició una implacable depuración sin precedentes dentro de sus propias filas.
Los dirigentes opositores, por el contrario, se han hecho los locos con las evidencias innegables de corrupción y tráfico de influencias en el manejo de los activos de Venezuela en el exterior que ellos administran desde el año 2017 mediante la figura de “gobierno interino”.
En cuarto lugar, los venezolanos no quieren volver atrás, a los tiempos de los paros petroleros, guarimbas, bloqueos, confrontación, odios y violencia que tanto daño le hicieron al país, a su economía y al espíritu nacional. ¡Volverían a quemarnos vivos!.