Triunfo de Petro replantea papel de Colombia en la región

Con Gustavo Petro como nuevo Presidente de Colombia el país dio un giro histórico al romper con años de gobiernos conservadores alineados sin reservas a  las políticas de Estados Unidos. Tras conocer su triunfo electoral el mandatario colombiano abogo por una América Unida sin exclusiones y por la necesidad de sentarse con el gobierno estadounidense sobre la base del reconocimiento y el respeto mutuo.

El líder del Pacto Histórico  también anunció que Colombia liderara una lucha internacional por la preservación del ambiente y los derechos de la madre tierra, colocándose  en primera fila en el debate sobre el impacto  de la utilización del fracking por parte de las transnacionales petroleras en Colombia.

Gobierno de Reconciliación

Con el apoyo de más del 50 por ciento del electorado, el gobierno entrante se enrumba hacia un complejo proceso de reconciliación nacional, reducción de las brechas de desigualdad y un nuevo papel en política exterior y relación con sus vecinos.

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken,  felicito la jornada electoral  y expreso el interés de “estrechar aún más la relación entre Estados Unidos y Colombia y llevar a ambas naciones haca un futuro mejor”.

El diplomático estadounidense reivindico la cooperación entre Washington y Bogotá en temas como salud pública, democracia y lucha medio ambiental. En Mayo de este año la administración de Biden designó a Colombia como aliado Principal Estratégico fuera de la OTAN a los efectos de la Ley de Control de Exportación de Armas.

El gobierno de Iván Duque en respuesta a los intereses de Washington promovió y estimuló la estrategia de aislar a Venezuela con la creación del Grupo de Lima, así como permitió la utilización de su territorio para la formación y organización de grupos irregulares y acciones terroristas contra el Presidente Maduro.

En su política de tensión contra el gobierno venezolano el ex Presidente Trump amenazó con una intervención militar con el apoyo de 5 mil militares apostados en Colombia y a través del impulso de un “gobierno interino” financió incursiones irregulares desde esa nación sin ningún éxito.

El cambio presidencial y la tesis de Petro de una América sin exclusiones, podría significar un gran obstáculo en el desarrollo de la Operación Tenaza impulsada por la Casa Blanca contra Venezuela, y el fortalecimiento de posiciones no injerencistas y defensoras del principio de  autodeterminación de los pueblos como las que lidera el Presidente de  México en la región.  

Por otra parte, Petro sostuvo durante su campaña  la importancia de reabrir las fronteras y mejorar las relaciones con los vecinos, haciendo referencia a Venezuela, país con el que comparte una de las fronteras más dinámicas de América Latina. La reactivación de las operaciones comerciales binacionales, es parte de las exigencias de sectores económicos colombianos, cuya planta industrial se encuentra paralizada desde el cierre comercial fronterizo en el 2015.

 Las relaciones entre Caracas y Bogotá se rompieron luego del reconocimiento de Juan Guaidó como «Presidente interino» de Venezuela, lo que permitió la retención y desmantelamiento de activos venezolanos en Colombia y los conocidos negocios en el marco de  la “ayuda humanitaria”.

La normalización del intercambio comercial estimularía la entrada y salida de productos que tradicionalmente se distribuyen en todo el territorio de ambos países.

Igualmente existe la expectativa de una reapertura de los consulados entre ambas naciones y el desarrollo de planes binacionales en temas como frontera y migración.   

El gobierno que se inicia deberá responder a las expectativas de paz de una nación sumergida en años de guerra interna, enfrentamientos entre carteles del narcotráfico, paramilitares y grupos irregulares. Una tarea compleja en un territorio con siete bases militares estadounidenses  y más de 300 bases de formación y organización de mercenarios para las guerras de tercera generación financiadas por Washington. La presión de un pueblo que no quiere más guerra se hizo sentir en las urnas  con la enorme movilización desde las regiones tradicionalmente abandonadas y protagonistas de los Acuerdos de Paz, entre el estado colombiano y las FARC-EP, que fueron desconocidos y obstruidos en el tiempo. 

Tanto Petro como Francia han propuesto un gobierno de reconciliación nacional y de justicia social, en el marco de una paz  que garantice los derechos de todos y todas. La llamada paz integral pasa no sólo por sacar a más  de 21 millones de colombianos de la pobreza, sino también garantizar las condiciones que permitan la toma de decisiones en materia social y de justicia. Temas como la educación gratuita y de calidad, pensiones de vejez dignas y seguridad social,  afectan intereses políticos y económicos de muy vieja data.

Aunque con una fuerza importante en el poder legislativo, lo anterior implicará  hilar fino  en la viciada institucionalidad civil y militar permeada por el narcotráfico militar  y los intereses de Estados Unidos. Petro  ratificó ante sus seguidores que su gobierno promoverá una nueva relación con Estados Unidos y que es el momento para que América Latina se siente unida a conversar con la administración de la Casa Blanca, trazando así el camino de lo que podría ser una nueva política  exterior orientada hacia la paz e integración regional.

Anahí Arizmendi

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