Ucrania: pieza clave en el tablero Euroasiático

La crisis en Ucrania se desarrolla en una realidad política nueva, la Euroasia, espacio geopolítico, donde confluyen intereses económicos y militares divergentes y complementarios entre Estados Unidos y sus aliados europeos, Rusia y China.

La zona de la Euroasia es territorio de importantes proyectos económicos promovidos por Rusia y China, que han dividido a los países de la Unión Europea y afectan los intereses de la corporatocracia estadounidense. Entre ellos  el gasoducto Nord Stream 2, que conectaría Rusia con Alemania y Europa Central y del Este a través de 1200 kilómetros por el mar Báltico.

La importancia geopolítica y económica de la región impulsó a Rusia a promover la Unión Económica Euroasiática  formada por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán en Enero del 2015. El nuevo bloque regional impulsa las relaciones entre Europa y China, y otros países asiáticos, ante la ambición hegemónica de Washington. En el 2018, el grupo suscribió un acuerdo de cooperación económica y comercial con China.

La “guerra de Rusia contra  Ucrania” significó para Washington la oportunidad para presionar a sus aliados a rechazar el proyecto gasífero que incrementaría la dependencia económica con Rusia, y en consecuencia amarrar la compra de gas con empresas estadounidenses, con un incremento en el  precio de un 40%. El impacto de estas negociaciones se sentirá con fuerza en el invierno venidero, en un aumento en los servicios y particularmente en el servicio eléctrico que en países como España subió en un 17%.

La dependencia de varios países europeos de la importación de gas para el desarrollo de sus economías impactó los mercados  mundiales, ya golpeados por la pandemia, con bajas importantes en acciones y fondos de inversión y pensiones. En contraste las empresas petroleras y gasíferas estadounidenses están incrementando sus ganancias. 

Al alimentar la crisis en Ucrania, Estados Unidos asegura un gran negocio con la exportación de gas natural. En consecuencia, el gobierno de Biden anunció  la puesta en operación de algunas de sus principales infraestructuras de regasificación para incrementar su volumen de ventas.

Por otra parte, Ucrania tiene una de las principales reservas recuperables de minerales de uranio, titanio, manganeso, hierro, mercurio, carbón y cuenta con el cuarto sistema de gasoductos de gas natural más grande de Europa, así como una importante capacidad instalada de centrales nucleares.

Desde el inicio del Plan Especial Militar y el apoyo a las repúblicas populares separatistas de Donetsk y Luganskz, la Unión Europea, Reino Unido y el gobierno de Estados Unidos anunciaron sanciones a bancos, empresas, personalidades y hasta el mismo presidente Putin, sin ningún impacto en la determinación del gobierno ruso de no permitir una mayor presencia militar de Washington y sus aliados en sus fronteras.

Como parte de las “sanciones” 18 países europeos han cerrado sus espacios aéreos a los aviones rusos y la Unión Europea acordó por primer vez en su historia, organizar y financiar, con 500 millones de euros, el aprovisionamiento de armas letales y suministros como combustible y equipos de protección en una guerra en un país tercero.

El gobierno de Putin ha dejado clara su posición de no permitir un incremento de la presencia de la  Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en territorios vecinos y ha calificado  de inaceptable que armas nucleares de Estados Unidos sigan estando ubicadas en el territorio de varios países europeos.

Al referirse al Plan  Especial de Servicio de las fuerzas estratégicas, el Ministerio de la Defensa estableció en su página web que «la base del potencial de combate de las Fuerzas Armadas rusas, se ha diseñado para disuadir de una agresión contra la Federación Rusa y sus aliados, así como para derrotar al agresor en una guerra usando varios tipos de armas, incluyendo las nucleares». 

Las conversaciones entre Rusia y Ucrania parecieran tener por los momentos pocas perspectivas. Rusia ha logrado destruir objetivo militares claves y frenar la violencia nazi contra las poblaciones pro rusas, mientras el gobierno de Kiev espera la ayuda económica de la Unión Europea. No obstante para ninguna de las partes es conveniente un conflicto de largo plazo. No así para Estados Unidos que ha hecho de la tercerización de la guerra un negocio en auge.

Entre tanto en la guerra por los relatos hegemónicos los  principales medios de comunicación rusos, RT y Sputnik, y periodistas independientes, han sido censurados en plataforma como Facebook, Twitter, Tik Tok, entre otras. En este “nuevo orden informativo” consolidado por la pandemia, bajo el control de cinco multimillonarios, el derecho a la información y la libertad de expresión se encuentran en las manos de los administradores de la  sociedad digital,  financistas y aliados de los gobiernos estadounidenses.

La guerra mediática también tiene rostros concretos en Ucrania como Ihor Kolomoiski dueño de un canal de televisión y del mayor banco del país y mentor y financista del gobierno nazifascista al sureste de Ucrania, responsable durante los últimos ocho años del bombardeo al Donbass y territorios con población histórica y culturalmente pro rusa, dejando un saldo de miles de muertos.

En el  tablero euroasiático la crisis en Ucrania subió el nivel de una confrontación geopolítica e históricamente peligrosa  entre los  países con mayor armamento nuclear en el mundo, con miles de ojivas nucleares activas. Las conversaciones entre Kiev y Moscú continuarán en una segunda ronda en la frontera polaco-belarusa bajo un clima de sanciones y movimientos militares. Un encuentro de pronóstico reservado.

Anahí Arizmendi

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