¿Cambiarnos de Whatsapp a Telegram sólo es una cuestión de datos? No sólo eso si tenemos en cuenta que los datos que se obtienen de una persona pueden ser usados para cambiar su conducta política.
La huida del Whatsapp estadounidense al Telegram ruso por los cambios de políticas de privacidad de la empresa mundialmente famosa nos inserta de lleno en una discusión aunque no hayamos sido invitados.
WhatsApp compartirá con su empresa matriz, Facebook, información personal de los usuarios y si no está de acuerdo, hay que recoger los macundales y buscar otro servicio.
Según Business Insider, las descargas de Signal se han disparado un 4.200% desde el anuncio de Whatsapp sobre la cesión de los datos a Facebook y Telegram, fue descargada 5,6 millones de veces solamente entre el 6 y el 10 de enero a nivel mundial.
¿Por qué muchos se van del WhatsApp, ahora que ya estamos acostumbrados a usarlo como si fuera un alimento vital?
Porque la famosa empresa del telefonito blanco sobre fondo verde recopila informaciones varias de sus usuarios. Por ejemplo, indica cómo y cuándo alguien usa la aplicación, dónde la usó, si fue al supermercado o a una farmacia y hasta provee información del dispositivo del usuario, como direcciones IP. Por ello y sobre todo, los usuarios corporativos -grandes empresas que almacenan datos valiosos sobre sus movidas financieras- no están de acuerdo en permitir que se vulnere sus asuntos confidenciales.
«Es posible que estemos presenciando la migración digital más grande de la historia de la humanidad» dijo Pável Dúrov, fundador de Telegram, mientras mostraba y agradecía a algunos presidentes que se unieron a su empresa. Figuras variadas por su ideología, procedencia, condición religiosa, cargo social, etc. como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (@jairbolsonarobrasil), el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan (@RTErdogan, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (@PresidenteAMLO), o el de Francia, Emmanuel Macron (@emmanuelmacron).
De momento, no figura como usuario Telegram el presidente estadounidense Donald Trump y la posibilidad se ve esquiva porque Telegram bloqueó a numerosos canales relacionados con el supremacismo blanco estadounidense por incitar a la violencia sentando postura política tras el Asalto al Capitolio. La forma en cómo se procesa la información y qué se hace con ella es el gran botín de las tecnológicas.
La mercantilización de datos personales
El Big Data es el conjunto de tecnologías creadas para recopilar, analizar y gestionar los datos que generan los usuarios de Internet. De esos datos se nutren todos los sectores de producción incluidos la industria de la información y aprendizaje automático, que desarrollan en tiempo récord, sistemas de cifrado mucho más seguros que los actuales. Los sistemas bancarios, el ejército, los generadores de ciencias identifican patrones de comportamiento para fabricar productos que nos venderán luego de conocer el contenido de los datos que generamos millones de usuarios en el mundo.
Por esto se dice que el Big Data es el alimento básico de la Inteligencia Artificial. Y quien lo tiene, maneja el mundo.
Del teletrabajo a la comunicación, el entretenimiento o avances en la ciencia y la medicina, que trata al paciente según su historial online o estudiando estructuras de moléculas complejas, los nuevos productos en general en el año 2020 nos mostraron a la industria con un impulso pocas veces visto antes.
Según Vodafone, en abril2020, las videollamadas a través de Skype Video crecieron un 812%, las de WhatsApp Video un 231% entre lo visto antes de la cuarentena en España y justo después de que fuera impuesta. Zoom pasó de tener 90 millones de usuarios en 2019 y ser una compañía desconocida a lograr más de 300 millones de usuarios a mediados del 2020.
El No al fascismo digital por lo tanto no es sólo una respuesta a los Jefes del Whatsapp sino que es un grito social mundial ante imposiciones que los usuarios ubicamos como «injerencistas».
Los pleitos comerciales entre China, Estados Unidos y Rusia por el control de la red y la ‘ciberintervención’ que vive el planeta, nos llevan a entender que la tecnología nos cambió para siempre. Y que cada uno de nuestros datos tiene un precio.
Las «tecnológicas» al poder
Es tal el avance de las «tecnológicas» que se abrió, incluso, el debate por la libertad de expresión. Los expertos en discursos en internet esperan que las compañías de redes sociales lideradas por Facebook, Twitter y YouTube de Google controlen más enérgicamente el discurso de odio y la incitación a la violencia. Perder el acceso a las tiendas de aplicaciones de Google y Apple, cuyos sistemas operativos alimentan a cientos de millones de teléfonos inteligentes, limita severamente en Estados Unidos el alcance de Parler, la herramienta preferida de los Trump-adoradores que lo aúpan a lanzar su propia aplicación telefónica en una clara costumbre resumida en la frase popular: «si no te convienen las reglas, crea reglas nuevas».
El presidente Trump ha dicho en un comunicado: «Hemos estado negociando con varios otros portales, y pronto tendremos un gran anuncio, al tiempo que también analizamos las posibilidades de construir nuestra propia plataforma en un futuro cercano». Fin del mundo.
Marcela Heredia