Los hechos del 11 de abril de 2002, serían sólo un relato de la historia contemporánea de Venezuela, si no se aportan los datos que dieron origen a uno de los fenómenos políticos más importantes de este siglo: un golpe de Estado revertido en menos de 72 horas.
Para esa fecha, el entonces presidente Hugo Chávez apenas cumplía la mitad de su mandato, tiempo en el que ya había ganado importantes enemigos en el ámbito político y económico del país, negados a la redistribución de las riquezas. Aún peor, impulsó la renacionalización en el manejo de los recursos naturales, incluida la que es hoy la mayor reserva de petróleo del mundo.
El 13 de noviembre de 2001 fue anunciado el hecho que marcó un punto de quiebre en la historia del hecho: 49 leyes habilitantes fueron aprobadas por el Ejecutivo Nacional a través de instrumento constitucional que facultaba al presidente a tomar decisiones en momentos de emergencia nacional.
Detonantes del golpe
Una Ley de tierras y desarrollo Agrario, completó el marco de acciones que no le fueron perdonadas a Hugo Chávez. Para el momento, el 10% de los propietarios era dueño del 70% de las tierras cultivables del país. Esta Ley convirtió todas las tierras del Estado en propiedad social.
La ley no sólo adjudicaba títulos de propiedad a los campesinos que jamás habían sido dueños del suelo que trabajaron históricamente, también prohibía el latifundio. La banca escandalizada, tomó partido y señaló aquello como una amenaza para la economía porque los fundos dejaban de ser garantía para las instituciones bancarias.
Una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos, incrementó de 16 a 30% los tributos que debían pagar las transnacionales por la explotación petrolera y en 51% la participación mínima del Estado en empresas mixtas.
La nueva Ley de pesca, privilegió a los pescadores antes que a las grandes compañías y eliminó la pesca de arrastre. Definitivamente, la forma de gobernar de Hugo Chávez, era incompatible con la tendencia mundial dominante, que establecía la privatización de las empresas del Estado como norma.
Golpe de Estado: 48 horas de dictadura
El 11 de abril de 2002, una marcha opositora contra las medidas de Chávez desvió su ruta original para dirigirse a Miraflores, donde se concentraba una multitud de chavistas que manifestaban su apoyo al Presidente.
Las antagónicas marchas nunca llegaron a enfrentarse, pero fueron blanco de francotiradores que sirvieron sobre la mesa las muertes necesarias para justificar un gobierno de facto.
Los medios de comunicación ejercieron su poder e instauraron su propia dictadura. Cada sector cuenta su versión de los hechos. No obstante, en ese momento cúspide para la democracia del país, lejos de informar, las televisoras nacionales caricaturizaron sus pantallas.
En el libro “Documentos del golpe”, la Defensoría del Pueblo ofrece una sistematización de las líneas editoriales de los medios ese día. “Los militares tienen la palabra”, tenía en primera plana el diario El Nuevo País. El diario El Nacional lanzó una edición extra con una especie de emplazamiento: “La batalla final será en Miraflores”.
La conspiración del golpe, no sólo contó con la cúpula de la iglesia católica, sino con apoyo político y financiero de factores transnacionales de América y Europa. No obstante, ningún gobierno u organismo internacional se inmiscuyó de manera frontal para calificar aquellas acciones, más bien miraban desde lejos para “no interferir en asuntos internos del país”.
Rostros del golpe de Estado de abril de 2002
Carmona el breve
Luego de consumado aquel golpe militar, empresarial y mediático, se le dió rostro, nombre y apellido. Pedro Carmona, fue el primer intento de auto proclamación en el cargo de la presidencia de la República. En su fugaz mandato decretó la abolición de los poderes públicos, disolvió la Asamblea Naciona (AN) y ordenó persecuciones políticas.
Hasta la fecha, el empresario golpista está radicado en Colombia, país que lo acogió luego que huyera, en mayo de 2002, para evadir la responsabilidad ante la justicia venezolana.
Consecuencias del golpe de Estado
El 11 de abril francotiradores asesinaron a 18 personas, hubo cientos de heridos y la violación de derechos humanos de los ciudadanos que exigían una respuesta ante la acción militar – empresarial.
17 años después otro auto juramentado aparece en el plano político, en una especie de golpe de Estado continuado, que cuenta ya no solo con el financiamiento frontal de Estados Unidos, sino que desde el país norteamericano se dictan órdenes y amenazas directas contra el Gobierno que hoy dirige Nicolás Maduro, en el contexto de un bloqueo económico y financiero como mecanismo de coacción para estimular un alzamiento militar y popular en la nación.
Más que datos o cifras, el golpe de Estado de abril de 2002 es un punto de partida para la injerencia en el país. Hugo Chávez volteó las mesas de los mercaderes para reasignar los recursos a las manos de todos los venezolanos. Esta forma de gobernar le costó un golpe de Estado.
Hoy, con mecanismos más sofisticados, la amenaza contra el país sigue en pie. De Carmona a Guaidó, las caras visibles dentro de nuestras fronteras son solo instrumentos desechables a un amo superior y son los recursos de la nación el botín al que aspiran.
Emily Caro