¿Se avecina una segunda ola progresista en América Latina?

La idea de eterno retorno marca un concepto cíclico de la historia. Los griegos sabían de ésto y luego de sentar bases que soportan casi 3.000 años de historia de Europa, nos recuerdan a quienes vivimos de este lado de nuestramérica el costo que conlleva lograr bienestar para los nuestros: volvemos una y otra vez al punto de inicio.

No se trata solo de la historia reciente del cono sur, al 2001 pariendo una nueva Argentina, a la que le urgía salir de la fiesta menemista asentada en base a relaciones carnales con Estados Unidos, sino también al Chile herido que bramaba por lo que finalmente hace días ocurrió: el presidente Sebastían Piñera ingresó a los anales de la historia sepultado por un estallido de la memoria popular que le niega continuidad a la carta magna pinochetista.

Uruguay sorprendió en marzo de este año con un cambio de onda: el Frente Amplio dejó de ser el más votado para dar paso a Lacalle Pou y sus boys surgidos de una alianza entre los partidos fundacionales, el nacional y el colorado, que se alternaron en el gobierno hasta la llegada del Frente Amplio a la presidencia en el año 2005. 

¿Bolivia votó por Luis Arce porque guardó memoria y cuenta de lo logrado en gestión de Evo Morales? ¿qué sentencia emitió el ciudadano luego de ver correr sangre en Senkata y Sacaba en 2019? cuando el tribunal departamental de justicia de La Paz indica que la orden de arresto contra Morales, emitida en gestión del gobierno de facto de Jeanine Áñez fue levantada porque ,»se vulneraron sus derechos, básicamente el derecho a la defensa debido a que no se citó debidamente al expresidente», acaso no recordamos lo que ocurrió con Fernando Lugo, Dilma Rousseff, Lula da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández y otros líderes políticos latinoamericanos? ¿qué se ha hecho y qué hacer en este incesante e intrincado camino del eterno retorno?

Reconfigurado el mapa electoral en este 2020 con importantes victorias de Andrés López Obrador en méxico y del Mas en Bolivia, con el camino abierto para redactar una nueva Constitución en Chile, con un candidato surgido de revolución ciudadana como Andrés Arauz en Ecuador, con la Colombia humana que emerge con fuerza en un país jaqueado por la violencia y la política guerrerista, con un Brasil vapuleado por un gobernante que secunda a Donald Trump, ¿qué representa Venezuela con sus comicios parlamentarios a realizarse el 6 de diciembre próximo?

La realidad latente indica que es posible, desde el poder comunal lograr soberanía, independencia financiera y sobre todo, igualdad de oportunidades; por lo tanto, Venezuela debe estar atenta a los planes de desestabilización y agresiones peores aún que las que han ejectuado hasta ahora gobiernos de la derecha, aupados y en línea con Estados Unidos. los malos vecinos son tan peligrosos como el enemigo mismo.  

La siguiente interrogante a desplegar en este espacio nos lleva a plantear: ¿cambió la época? ¿hay un fin del ciclo neoliberal? y si es así, ¿cómo denominar al nuevo ciclo que inicia? ¿encaja con el término «progresismo» o surgirá una significación que connote otro sentir y nos espante las viejas heridas y proyectos inconclusos que obtuvimos en estos últimos veinte años en Latinoamérica?

El encuentro virtual del Foro de Sao Paulo realizado en octubre 2020, en plena pandemia, nos aportó claves tangibles y caminos posibles con los movimientos sociales como ejes articuladores y ejecutores de mecanismos de concertación politica donde no solo se habló de reconfiguración de votos sino de una verdadera puesta en práctica de eliminación de privilegios y burocracias que coaxionan el poder popular.

En ese espacio quedó claro que los desafíos son incluso hoy mayores que los del primer ciclo llamado progresista en nuestra región. la pandemia ha puesto al desnudo la necesidad de un estado presente y garante del bienestar ciudadano, nos ha devuelto al espacio y urgencia de incorporar la «polis» a nuestra praxis y de un solo plumazo nos recordó la ineficacia del modelo neoliberal que arrastramos como pesada capa en nuestras espaldas.

La prueba más contundente de esto es que en los últimos días se lanzó la propuesta de reconstruir Unasur como el gran aglutinador de voluntades tendientes a sumar integración entre nuestros pueblos y no hay posturas en el ruedo político que se nieguen a ello. Quitarle peso político a la Organización de Estados Americanos sería el gran paso en la ruta transformadora de una segunda etapa progresista en la región y demostraría que es posible lograr caminos conjuntos con gobiernos que no comparten guión politico pero que pueden convivir y trabajar en pos del conjunto

Las elecciones de Ecuador en febrero 2022 y el desempeño de Jair Bolsonaro en Brasil, serán consecuencia entonces de un aluvión que más que euforia carga frenesí por dejar atrás programas de ajuste made in FMI (reducción del déficit fiscal, eliminación de subsidios, devaluación de la moneda ) incompatibles con la estabilidad política que es imprescindible para desandar el andamiaje colonialista aplicado en nuestramerica.

La Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, indica que 146 países de los 188 miembros que tenía el FMI en 2015 han participado en algún programa mal llamado de ayuda financiera de ese organismo y los llamados países emergentes, según el banco de pagos internacionales suman deuda denominada en dólares por arriba de los 4 billones por primera vez, luego de un aumento de las emisiones durante la crisis de la COVID-19. Datos que no son menores aunque ya casi al final de 2020, ahí está portugal restregando resultados que resisten a la troika cambiando sus coordenadas para asegurar un eterno retorno al punto direccional que desean.

Marcela Heredia

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