Con la derrota de la estrategia insurreccional, el fin de la polarización extrema y el declive del Estado rentista, se inicia una nueva etapa en el país, en la que el Chavismo tiene el reto de construir un nuevo Bloque Histórico.
Este nuevo ciclo no implica la terminación de la polarización social y política sino que vamos a una repolarización de la sociedad venezolana, basada en la confrontación de paradigmas y modelos económicos antagónicos.
El surgimiento de un nuevo modelo económico y productivo, entre otros factores, está teniendo un profundo impacto en la conformación de una emergente subjetividad social.
Hoy las ideas sociales y políticas más aceptadas por la sociedad venezolana son las ideas del Chavismo.
El modelo de inclusión social, la justicia y la igualdad, el cese del autoritarismo social, son significaciones que configuran nuestra actual cultura nacional-popular.
Por lo que no se trata de una crisis hegemónica sino de la exigencia de una renovación y reconexión con las nuevas realidades culturales, en la que el lenguaje y las narrativas desempeñarán un papel concluyente.
En esta nueva contienda, palabras como inversión, producción, remuneraciones, meritocracia, emprendimiento, entre otras, forman parte de un naciente repertorio lingüístico que crea sentidos, emociones y valores, que empoderan o despojan, que conectan con la esperanza o con la incertidumbre. Pensamos con palabras y pensamos lo que sentimos.
Lo que viene es una batalla discursiva que se librará en un territorio simbólico reducido, con un denominador común que serán la gestión y la economía, y contra una derecha cuyas narrativas para esta etapa no se deben subestimar.
La sociedad venezolana está estrenando un renovado corazón y un nuevo sentido común. Y para liderar una sociedad hay que primero entenderla y sentirla.